La Invasión a Granada: donde ser libre esta mal | #LatinoaméricaSinVueltas | Huellas de la Historia
- Lucía Desages

- 12 nov
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 13 nov
Aún me sorprende lo mucho que me costó buscar información para este artículo. Habitualmente, reviso mi PC por si tengo algún texto sobre el tema, consulto la sección latinoamericana de mi biblioteca personal, hago alguna búsqueda en Google Scholar. Y si no encuentro nada que me convenza (o lo que encuentro no es suficiente), voy fuerte al medio: recurro a mi amado América Latina y Estados Unidos. Historia y política país por país de James Cockcroft. Sin embargo, en este libro que llega casi al millar de páginas, hay sólo tres dedicadas a Granada. Probablemente, muchos lean estas líneas preguntándose qué es Granada, dónde está o si me estoy refiriendo a la ciudad andaluza cuya conquista por los Reyes Católicos marca el fin de lo que ellos llamaron "Reconquista". Pero aunque les cueste creerlo, hace poco más de 40 años, esta pequeña nación insular estuvo en boca del mundo entero.

Granada es una isla perteneciente a las Antillas menores en el Mar Caribe que al día de hoy cuenta con poco más de 110 mil habitantes. Paso a resumir muy brevemente su historia previa a 1983: el mismísimo Cristóbal Colón arribó a ella en 1498, aunque los españoles no formaron allí asentamiento alguno y la isla quedó en manos de sus pobladores originarios por más de un siglo y medio.
En 1609, los ingleses intentaron conquistarla, pero los indígenas resistieron y destruyeron el asentamiento. Como sabemos, el Caribe ha sido siempre un campo de disputa entre potencias imperialistas europeas, así que no hizo falta mucho tiempo para que otros volvieran a intentar. En 1649 invadieron los franceses y, tras cinco años de tenaz resistencia indígena, lograron controlarla efectivamente en 1654. Como los imperialistas son imperialistas, a menudo sus posesiones coloniales se convertían en botín de guerra o moneda de cambio. Por lo cual, tras la Guerra de los Siete Años, se firmó el tratado de París de 1763, por el cual Francia cedía Granada a Gran Bretaña.
Tras la Revolución Cubana, que triunfó en 1959, los conflictos políticos se intensificaron enormemente en todo el Caribe y Granada no fue la excepción. En 1967 la Corona Británica accedió a concederles plena autonomía sobre sus asuntos internos y en 1974 reconoció finalmente su independencia, aunque la nación insular seguía formando parte de la Commonwealth. Quien gobernó Granada entre 1967 y 1979 fue, al igual que en muchos otros lugares de Latinoamérica en la época, un dictador: Eric Gairy. Se trató de un hombre sumamente controvertido no sólo por afirmar que tenía poderes psíquicos y que había visto ovnis (cualquier similitud con gobernantes delirantes actuales es pura coincidencia), sino también por llevar adelante un gobierno verdaderamente sanguinario. Su ejército, los "bestias verdes" y el grupo de choque "pandilla mangosta" perseguían opositores políticos de las formas más violentas.
En marzo de 1979, muy poco antes del triunfo sandinista en Nicaragua, el movimiento revolucionario New Jewel derrocó al dictador y formó un Gobierno Popular Revolucionario cuyo primer ministro fue Maurice Bishop. El gobierno de Bishop procuró mejorar la situación social enfocándose, sobre todo, en educación, salud, vivienda y empleo. Para ello, recurrió a la ayuda de Cuba, por ejemplo, enviando médicos para formarse de forma gratuita allí. Pero el gobierno de Ronald Reagan puso el grito en el cielo cuando, con colaboración cubana, Granada comenzó la construcción de un aeropuerto con el objetivo de fomentar el turismo y mejorar la economía granadina. Armaron la operación Urgent Fury, realizaron simulacros para la invasión en la isla de Vieques (Puerto Rico) y, pocos días después del asesinato de Maurice Bishop, invadieron Granada el 25 de octubre de 1983. En pocos meses, derrocaron al gobierno y organizaron unas elecciones en las cuales la izquierda tuvo prohibido participar. El nuevo gobierno del Nuevo Partido Nacional (NNP) dio marcha atrás con todas las reformas de Bishop y el desempleo aumentó rápidamente del 14 al 40%.
La invasión estadounidense a Granada fue un verdadero escándalo; imagínense que hasta Margaret Thatcher se opuso. El gobierno de Reagan no se ocupó de disimular en lo más mínimo la interferencia en los asuntos políticos internos de otra nación y el cambio de gobernantes como si de fichas de ajedrez se tratara. Sólo argumentaron vagamente que el aeropuerto tenía fines militares, aunque no lograron que ni Canadá ni Gran Bretaña les dieran la razón. Además, la enorme disparidad en las fuerzas militares entre uno y otro país indignaba aún más a la opinión pública de todas partes: se desplegaron 7 mil efectivos norteamericanos en una nación que apenas pasaba los 100 mil habitantes y contaba con 1500 soldados y unos cientos de voluntarios cubanos para hacer frente a la invasión.
Así, en plena década de 1980, Estados Unidos volvía a afirmar una vez más la Doctrina Monroe y su convencimiento imperialista de que América, desde el Ártico hasta el estrecho de Magallanes (y aún más allá) les pertenece.
Lucía Desages
Bibliografía:
Cockcroft, James. (2001). América Latina y Estados Unidos. Historia y política país por país. Siglo XXI. México D.F.
















































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