top of page
06ec4b_fca26b446a664af5b9ed025c9aae2162~mv2.jpg

México Arde

Erika Rodríguez

¿Cómo se explica la crisis actual de México? ¿Cuáles son sus orígenes y detonantes? ¿Qué composición social es la que entra en crisis? ¿Quiénes y cómo resisten?


La crisis de la deuda que estalló en agosto de 1982 durante la última parte del sexenio de José López Portillo, fue un parte aguas en la historia económica y política de México. El programa industrializador a partir de la sustitución de importaciones había llegado a su límite, en medio de un clima internacional marcado por un nuevo fenómeno, el Neoliberalismo. Surgido luego de la Segunda Guerra Mundial, este era un ataque apasionado al Estado de Bienestar, basado en la teoría Keynesiana. Para la Sociedad de Mont Pélerin, su grupo defensor, la regulación por parte del Estado de la economía era un camino hacia la crisis inminente. El problema para los neoliberales, se centraba en el igualitarismo, a partir del cual, no se podía dar rienda suelta a la competencia como forma de acceder a la prosperidad de todos los individuos. Pero no fue hasta que reventó la economía en 1973[1], que se puso en práctica este programa. Anderson al analizar este tema describe cual era el remedio propuesto: “mantener un Estado fuerte en su capacidad de quebrar el poder de los sindicatos y en el control del dinero, pero limitado en lo referido a los gastos sociales y a las intervenciones económicas”.[2] Era necesario además, desprenderse de los bienes y propiedades del Estado, ya que formaban parte de lo que ellos consideraban gastos y que desde su concepción de la economía eran inviables.


A partir de los sexenios de Miguel De La Madrid Hurtado, Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo Ponce de León, que tuvieron lugar entre 1982 y el 2000, se comenzaron a aplicar medidas que seguían los lineamientos del programa neoliberal. En el plano laboral a pesar de las presiones de las empresas por realizar reformas en la Ley Federal del Trabajo, los gobiernos no aplicaron ninguna. En primer lugar, porque los gobiernos se valieron de las disposiciones jurídicas existentes para flexibilizar las condiciones de contratación, los convenios colectivos y los aumentos salariales[3]. Se pueden mencionar también los recursos informales que las patronales utilizaron para llevar adelante su plan de erosionar los derechos laborales como los sindicatos fantasma y los contratos de protección patronal entendidos como obstáculos para la organización de los trabajadores[4]. Por el otro lado, la presión de la CTM para no llevar adelante una reforma de la LFT, provocó que se suspendiera la discusión en 1992. En el plano del desmantelamiento de la estructura productiva estatal y transferencia de bienes públicos a manos privadas, se puede nombrar el emblemático caso ocurrido en 1990 con la privatización de Telmex, que durante el gobierno de Salinas de Gortari fue vendida a un conocido suyo, Carlos Slim, en medio de una transferencia plagada de irregularidades. Otra reforma que tuvo gran impacto en la sociedad tuvo lugar en 1992 cuando se reformó el artículo 27 de la constitución nacional a partir de la cual se “desbrozo el camino para la conversión plena de la tierra en mercancía y de los ejidatarios y comuneros en propietarios privados, con dominio pleno de sus parcelas”[5].


El programa neoliberal era imposible de llevar adelante sin modificar las bases del Estado Mexicano. La estructura política que se impuso durante del cardenismo, se basaba en una alianza entre el gobierno que buscaba el desarrollo económico y los sectores sociales populares organizados que aceptaban su subordinación en tanto y en cuanto recibieran beneficios de este. Esta alianza se basaba en pactos tácitos entre la clase gobernante y las clases subalternas. Sin embargo, en estos no participaban todos los sectores de la sociedad, sino con una fracción de los mismos, excluyendo al resto. A diferencia del sistema político liberal donde son reconocidos los derechos individuales y se contempla la creación de espacios de participación política; el modelo corporativo funcionaba a partir de la reunión del presidente con ciertos grupos corporativos como las cámaras empresariales, el bloque obrero y el bloque campesino, entre otros. La relación corporativa y la importancia central del presidente, como símbolo del poder soberano, son denominadas junto con el partido del aparato estatal, “considerado como mecanismo de circulación ordenada del mando entre los miembros de la elite gobernante posrevolucionaria”[6]; como la triada constitucional a partir de la cual funciona todo el andamiaje político e institucional mexicano. De esta manera los gobiernos priistas, habían logrado transformar a las organizaciones sociales en mecanismos de control vertical y excluido de la dinámica política nacional a aquellos sectores más contestatarios y críticos. Sin embargo, a partir de 1982 con las reformas neoliberales y el surgimiento de una nueva oligarquía financiera y en directa relación con el capital internacional, era imposible mantener esta antigua estructura política. Era necesario desmantelar todo el antiguo tejido corporativo “para convertir a la sociedad en un conjunto controlable de ciudadanos aislados, manipulables e impotentes”[7], imposibilitados de hacer frente de manera colectiva a las medidas que se estaban tomando. Lejos de beneficiar al conjunto de la sociedad las reformas democráticas, lo único que provocaron fue la transformación de los vínculos de solidaridad en un individualismo marcado por el, sálvese quien pueda.


Sin embargo, retomando una idea de Figueroa Ibarra sobre la profundización de las deficiencias seculares del Estado, que provocan una ausencia estatal cada vez más visible y notoria, la sociedad pudo encontrar formas de manifestarse de manera colectiva frente a un contexto cada vez mas adverso planteado por el neoliberalismo. Estos espacios vacíos muestran la ilegitimidad que han alcanzado los políticos y los gobiernos. En México, es desde la participación de los sectores subalternos que surge “la negativa a la confiscación privada y a la conversión en mercancías de bienes y recursos naturales que son patrimonio publico porque su uso y disfrute es, a la vez, un momento de reproducción de la vida humana y una de las condiciones materiales para la autosuficiencia de la comunidad política: agua, gas, petróleo, bosques, tierras, biodiversidad”[8]. Con el nuevo programa económico, se rompió no solo el pacto social entre gobernantes y los gobernados, sino que también se violaron dos principios que tenían que ver con la propiedad por parte de la nación de todos los recursos naturales dentro de su territorio, así como el reconocimiento del derecho de las comunidades a usufructuar todos los recursos de la tierra bajo la forma de ejidos.


En 1994 en el contexto de la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos, Canadá y México, se produjo en el sur del país, en la región de Chiapas, el levantamiento del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional. Al igual que el movimiento, el levantamiento no tuvo lugar de manera espontánea. La organización surgida a partir de la fusión orgánica del FLN con el movimiento campesino e indígena chiapaneco, había tomado la decisión de levantarse e ir a la guerra a fin de modificar las condiciones en las que se encontraban producto de la creciente pauperización por las medidas neoliberales y la falta de respuesta ante el problema de la tierra. Es necesario destacar que en Chiapas ni las clases dominantes ni los sectores más pobres planteaban la cuestión de la reforma agraria dentro de la agenda política, era característica la forma de propiedad latifundista en esta zona.

Es en la etapa inaugurada en 1971, que esta problemática toma un carácter social central dentro del movimiento campesino, siendo retomada después por el EZLN. Sin embargo, el programa inicial del movimiento sufrió transformaciones a partir del proceso de contacto e interacción con las comunidades locales. Hernández Millán a partir del estudio de los orígenes y conformación del movimiento zapatista, destaca como en la fase inicial, a partir de los lineamientos ideológicos y programáticos de los movimientos revolucionarios latinoamericanos, “se plantea como objetivo la toma del poder político por la vía armada, el derrocamiento del gobierno autoritario, la instalación de un gobierno de transición y la construcción del socialismo”[9].

Sin embargo, a diferencia de otros movimientos revolucionarios que imponían muchas veces sus programas muchas veces desde una posición de vanguardia iluminada, a los miembros de las comunidades en las cuales actuaban; el EZLN siguió otra dinámica en la que escuchar a los indígenas provocó una modificación sustancial de su programa y de su estrategia, dejando atrás la toma del poder, lo que se planteaba ahora era el autonomismo, esto es la posibilidad del autogobierno sin independizarse del Estado Mexicano. Cerda García al analizarlo rescata la reivindicación que hacen de ellos mismos como indígenas mexicanos. En relación con la idea de autonomismo, el movimiento plantea la necesidad de que la vinculación entre ellos y el Estado adquiera un carácter distinto, en donde se reconozca la capacidad y el derecho de autogobernarse. La cuestión indígena en este asunto es central ya que el Estado Mexicano al integrar a las comunidades indígenas durante el proceso de conformación del Estado-Nación, lo hizo de manera excluyente debido a la fuerte discriminación y falta de igualdad en la cuestión de los derechos. Los zapatistas ante esto, plantearon una alternativa centrada en una integración que “reconoce la diversidad como realidad existente y la igualdad como principio para dar tratamiento publico a dicha condición de diversidad”[10].


En 2006, también en el sur de México, pero esta vez en Oaxaca, tiene lugar el movimiento social que da origen a la Asamblea Popular del Pueblo de Oaxaca (APPO). En sus inicios, era un movimiento encabezado por los sindicatos docentes que le exigían al gobierno mejores condiciones salariales y presionaban por la rezonificación. Las acciones comenzaron el 1 de mayo, a partir de las diversas movilizaciones que se realizaron en el estado. Ante la falta de respuesta del gobierno, las medidas y acciones comenzaron a profundizarse hasta que en el mes de junio a las movilizaciones y a las huelgas se le sumo un plantón en el Centro Histórico de Oaxaca. La respuesta del gobierno ante esto fue una fuerte represión, que lejos de desarticular al movimiento provocó la adhesión de sectores por fuera del grupo magisterial. De manera espontánea, “los colonos de toda la ciudad, los jóvenes desempleados, los estudiantes, las amas de casa, los subempleados, los profesionistas, en suma una amplia gama de clases medias y sectores marginados”[11], se incorporan al movimiento. Siguiendo el análisis de Ortega, el factor espontáneo del movimiento a pesar de ser positivo al principio va a terminar perjudicando al movimiento ya que no va a poder integrar de manera orgánica a estos sectores que se unieron a las acciones. Lo que comenzó siendo conflicto sindical termino siendo un conflicto político, ya que en el marco de un gobierno autoritario, los movimientistas pedían la destitución del gobernador Ulises Ruiz Ortiz. Empero los intentos por lograr su despido, el PAN y el PRI en el senado bloquearon todo intento institucional para conseguir la salida del gobernador. Es a partir de esto que se observa el mayor nivel de hostilidad entre las dos fuerzas. Por un lado, el gobierno logra la aprobación del envío de las fuerzas policiales del gobierno federal, mientras que los manifestantes logran ocupar medios de comunicación, edificios públicos y realizar barricadas para frenar cualquier tipo de avance represivo. Sin embargo, es a partir del 27 de octubre que comienza una ofensiva represiva, en la que la APPO debe maniobrar en un contexto cada vez más adverso y militarizado. Incapaz de establecer redes con otros movimientos y superar la barrera de lo local, es desarticulada por el gobierno a partir de la estrategia de la división del movimiento a partir del otorgamiento de ciertas demandas y, por la incapacidad de mantener una dirección no personalista. Para navidad de 2006, el movimiento había sido derrotado.


Luego de realizar una breve caracterización de estos dos movimientos sociales, es necesario encontrar los puntos que se repiten y que conforman las características de los nuevos movimientos sociales que se dan en México y en otros puntos de Latinoamérica. La principal característica de estos movimientos es el carácter defensivo que tienen. Tanto el EZLN como la APPO, buscan combatir las medidas neoliberales, sin plantear una toma del poder. Esto se lo puede tomar como una ruptura de los movimientos tradicionales con estos nuevos, ya que con la toma del poder, también se deja de lado el discurso de la lucha de clases para reivindicar nuevas identidades como la de los indígenas en el caso de los zapatistas. Otro elemento a destacar es la imposibilidad de poder sobrepasar las fronteras y poder articularse con otros movimientos. Almeyra en este sentido realiza una fuerte crítica al EZLN ya que a partir de ciertas estrategias como la “Otra campaña” durante las elecciones presidenciales, lejos de crear lazos con otros movimientos, provoco un mayor aislamiento. Para el caso de la APPO, la problemática a la cual hacia frente y la falta de un programa político, también le impidió coquetear con otros movimientos.


A modo de conclusión, en primer lugar quiero retomar la idea que tienen las autoras Roux y Gutiérrez Aguilar sobre lo que es el Estado. Para las autoras este es una estructura a partir de la cual se mantiene unida a toda la sociedad a través del frágil equilibrio entre las relaciones conflictivas que se dan entre los diversos actores o sectores de la misma. Es a partir de esta idea que las autoras plantean la idea de la desintegración del Estado Mexicano. Sin embargo, al rescatar la concepción marxista del Estado, lejos de observar su desintegración, lo que se ve es un proceso de consolidación de la clase dominante, en este caso la burguesía o los sectores patronales, durante el cual necesita cada vez menos del resto de la sociedad para consolidar su carácter de explotadora y extraer mayores ganancias a partir de la explotación y presión de los sectores desposeídos. A pesar de que no se lo mencionó lo largo del trabajo, el narcotráfico además de una consecuencia de la ausencia del Estado en ciertos espacios, se lo puede pensar como una nueva actividad que tiene la burguesía para extraer ganancias. De esta manera, se consolida a medida que avanzan estas actividades y la corrupción en los diversos niveles estatales. El resultado: un Estado aún más criminal.

Por último, con respecto al tema de los movimientos sociales, es necesario rescatar y afirmar la idea de que estos movimientos son coyunturales y es por eso que la duración y objetivos de los mismos no se pueden prolongar demasiado en el tiempo, con excepción del EZLN que desde la última parte del siglo XX hasta la actualidad sigue vigente.


Erika Rodríguez

BIBLIOGRAFIA UTILIZADA

  • Carlos M. Vilas. “La Reforma del Estado como cuestión política” en Taller. Asociación de Estudios de Cultura y Sociedad, número 4, Buenos Aires, 1997, pp.87 a 129.

  • Perry Anderson. “Neoliberalismo: un balance provisorio” en Sader Emir y Gentili Pablo (comp): La trama del neoliberalismo. Mercado, crisis y exclusión social. Buenos Aires, CLACSO, 2003, Cap.I.

  • Carlos Figueroa Ibarra. “Nuevos odres y viejos vinos: la violencia en América Latina en los albores del siglo XXI” en Teresa Castro Escudero y Lucio Oliver Castilla (Coord.). Poder y política en América Latina. México, S.XXI, 2005, pp.173-185.

  • Florencia Roulet. “¿Quiénes son los pueblos indígenas? Algunas reflexiones sobre el trasfondo político de un problema de definición”, en Taller. Asociación de Estudios de Cultura y Sociedad, número 7, Buenos Aires, 1998.

  • Mercedes Olivera. “La participación de las mujeres indígenas en los movimientos sociales”, en Fabiola Escárzaga y Raquel Gutiérrez (coordinadoras), Movimiento indígena en América Latina: resistencia y proyecto alternativo, BUAP-UNAM-UACM, México, 2005, pp. 313-322.

  • Kristina Pirker. “Antiimperialismo y movilización social en Centroamérica después de la Guerra Fría” en Andrés Kozel, Florencia Grossi, Delfina Moroni. El imaginario antiimperialista en América Latina. Buenos Aires, Centro Cultural de la Cooperación, 2015, pp.325-342

  • Abelardo Hernández Millán. “Orígenes y antecedentes del EZLN”, en Espacios Públicos 19, 2007, pp.264-283.

  • Graciela Bensusan y Kevin Middlebrook. Sindicatos y política en México. Cambios, continuidades y contradicciones, México, FLACSO, UAM Xochimilco, 2013, pp.41-88.

  • Adolfo Gilly; Gutiérrez, Raquel; Roux, Rhina. “América Latina: mutación epocal y mundos de la vida”, en: Basualdo, Eduardo M.; Arceo, Enrique. Neoliberalismo y sectores dominantes. Tendencias globales y experiencias nacionales. Buenos Aires, CLACSO, 2006, pp.103-119.

  • Raquel Gutiérrez Aguilar. “Sobre la crisis del estado mexicano” en Fuentes Morúa y Nava Vázquez, Telésforo. Crisis del estado y luchas sociales. México, Universidad Autónoma Metropolitana, 2007, pp.13-27.

  • Rhina Roux. “El príncipe fragmentado, Liberalización, desregulación y fragmentación estatal”, en: Veredas 20, UAM – Xochimilco, México, 2010, pp.73-96

  • Ilán Bizberg. “Una democracia vacía. Sociedad civil, movimientos sociales y democracia” en Zapata, Francisco y Bizberg, Ilán, Movimientos sociales. Los grandes problemas de México. Vol. 6, México D.F., El Colegio de México, 2010.

  • Guillermo Almeyra. “Los vaivenes de los movimientos sociales en México” en OSAL, año IX, número 24, octubre 2008.

  • Alfredo Guerrero Tapia. “Representaciones sociales y Movimientos sociales: ruptura y constitución de sujetos”. Cultura y representaciones sociales. México, UNAM Instituto de Investigaciones Sociales, Año 1, N° 1, septiembre de 2006, pp. 9-31.

  • Alejandro Cerda García. “Construyendo nuevas formas de ciudadanía. Resistencia zapatista en la región Altos de Chiapas”, en: Bruno Baronnet et. at. (Coord.) Luchas “muy otras” Zapatismo y autonomía en las comunidades indígenas de Chiapas, UAM, México, 2011, pp.115-133.

  • Joel Ortega. “La crisis de la hegemonía en Oaxaca. El conflicto político del 2006”, en Martínez Vázquez, Víctor Raúl (coord.), La APPO, ¿rebelión o movimiento social? México, Ediciones Instituto de Investigaciones Sociológicas de la Universidad “Benito Juárez” de Oaxaca, 2009, pp.11-44.

Citas:

[1] La crisis del Petróleo que se desencadenó por la decisión de los miembros de la OPEP de no vender mas petróleo a los aliados de Israel, provoco una el aumento del crudo que desencadeno en un proceso inflacionario y en una reducción de la actividad económica en los países afectados por esta decisión, entre ellos EE.UU.

[2] Perry Anderson. “Neoliberalismo: un balance provisorio” en Sader Emir y Gentili Pablo (comp): La trama del neoliberalismo. Mercado, crisis y exclusión social. Buenos Aires, CLACSO, 2003, Cap.I, pag 26.

[3] “Las administraciones de De La Madrid y Salinas utilizaron su poder ejecutivo y el control de la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos para mantener los salarios mínimos en sintonía con objetivos macroeconómicos restrictivos” en Graciela Bensusan y Kevin Middlebrook. Sindicatos y política en México. Cambios, continuidades y contradicciones, México, FLACSO, UAM Xochimilco, 2013, p 49..

[4] Esto ocurría con conocimiento de los gobiernos, los cuales sin embargo no hacían nada para impedirlo.

[5] Rhina Roux. “El príncipe fragmentado, Liberalización, desregulación y fragmentación estatal”, en: Veredas 20, UAM – Xochimilco, México, 2010, pp.85.

[6] Rhina Roux., op.cit., pag 79

[7] Adolfo Gilly; Gutiérrez, Raquel; Roux, Rhina. “América Latina: mutación epocal y mundos de la vida”, en: Basualdo, Eduardo M.; Arceo, Enrique. Neoliberalismo y sectores dominantes. Tendencias globales y experiencias nacionales. Buenos Aires, CLACSO, 2006, pp.108.

[8] Adolfo Gilly; Gutiérrez, Raquel; Roux, Rhina. Op.cit., pag 117.

[9] Abelardo Hernández Millán. “Orígenes y antecedentes del EZLN”, en Espacios Públicos 19, 2007, pp.272.

[10] Alejandro Cerda García. “Construyendo nuevas formas de ciudadanía. Resistencia zapatista en la región Altos de Chiapas”, en: Bruno Baronnet et. at. (Coord.) Luchas “muy otras” Zapatismo y autonomía en las comunidades indígenas de Chiapas, UAM, México, 2011, pag 118.

[11] Joel Ortega. “La crisis de la hegemonía en Oaxaca. El conflicto político del 2006”, en Martínez Vázquez, Víctor Raúl (coord.), La APPO, ¿rebelión o movimiento social? México, Ediciones Instituto de Investigaciones Sociológicas de la Universidad “Benito Juárez” de Oaxaca, 2009, pp.18.

6 visualizaciones0 comentarios

Entradas relacionadas

Ver todo
Huellas
Artículos Recientes
Archivo
Seguinos
  • YouTube
  • Instagram
  • Spotify
  • Facebook
Buscar por Etiquetas
bottom of page