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Cartas comprometedoras, San Martín y sus vínculos con los británicos

En los últimos días salieron a la luz una serie de documentos epistolares que demostrarían los vínculos con el Libertador José de San Martín y ciertos militares, nobles y agentes masones de procedencia británica, más precisamente escoceses. Se trata de las cartas halladas en el acervo documental del noble James Duff del condado de Banff en el norte de la isla. Nuevamente se levanta la polvareda en torno a la conspiración británica para destrozar al imperio español y abrir nuevos mercados.


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Comenzamos por el principio de esta historia, en esta semana aparecieron unas cartas que San Martín le enviaba al Conde de Fife. El equipo de investigación que está integrado por el historiador argentino Juan Dávila y Verdín encontró unas 25 cartas del libertador para el noble escoses. En esta primera presentación ha decidido sacar a la luz solamente una que demuestra los lazos de amistad entre los protagonistas y ciertas muecas de confianza mutua.


En la fuente podemos hallar algunos puntos interesantes, el primero relativo al fechaje: Bruselas, 1827. Un libertador de 48 años exiliado en Europa que mira con nostalgia sus raíces americanas. Si la ponemos en contraluz con la carta enviada al general O´Higgins en 1825 donde le decía que Lo barato del país y la libertad que se disfruta me han decidido a fijar mi residencia aquí hasta que finalice la educación de la niña, en que regresaré a América para concluir mis días en mi chacra, separado de todo lo que sea cargo público y si es posible de la sociedad de los hombres”. Al parecer su anhelo quedaba cada vez más lejano por las propias convulsiones políticas de un país que no terminaba de conformarse y en donde su figura aun era tironeada por los diferentes sectores en guerra civil. Le declara a Duff que “Mi vida es tranquila y conforme, los veranos los empleo en viajar, y los inviernos formo mis cuarteles”. 


Por otro lado, se destaca la mención de un tal General Miller regalándole palabras tan ilustres como que “A este tan recomendable compatriota le merece la América una no pequeña parte de su Independencia y la memoria de los servicios que le he prestado a costa de su sangre en repetidas veces derramada, no podrán olvidarse mientras exista el reconocimiento entre los hombres”. Se trata de Williams Miller, militar que combatió en Chile con San Martín y que le dedicó la redacción de una biografía después de haberse gestado la emancipación americana. Este personaje terminaría enterrado en Perú después de su muerte (Lima, 1861) y consagrado como héroe nacional del país andino.


La carta es sencilla, cotidiana, amistosa y afectuosa. La polémica se desata en aquellos sectores hispanistas nostálgicos del imperio donde no se ponía el sol. La idea de la confabulación inglesa en contra de España busca deslegitimar los anhelos de libertad de los pueblos americanos, como si hubieran sido embaucados contra su voluntad para cambiar a un amo paternal (el rey de España) por uno codicioso y destructivo (Gran Bretaña). Pero ¿Qué hay de cierto en todo esto?

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LIBERTADORES DE AMÉRICA

Número: 4 Año: Agosto 2015 ISSN: 2524-9959


Descripción: En nuestro cuarto número ponemos el foco sobre las guerras de independencia del continente americano haciendo eje en el cruce de los Andes entre otras importantes gestas libertadoras. A lo largo de tres artículos especiales, trataremos diferentes enfoques de la emancipación. Además repasamos las notas más leídas del blog teniendo en cuenta cada una de las edades de la Historia.


Todo esto acompañado por nuestras secciones de efemérides, noticias de la historia y una sección de apuntes teóricos.










España e Inglaterra habían sido enemigos imperiales durante por lo menos un siglo, el saqueo y sabotaje ingles sobre los buques mercantes españoles habían sido una constante y la guerra marítima estaba declarada. Sin embargo, la Revolución Francesa y el ascenso de Napoleón pusieron en jaque a ambos ¿Nos resuena aquello de “el enemigo de tu enemigo es tu amigo”? Así fue como los británicos entraron en la guerra de independencia española contra la dominación de Pepe Botella y su hermano Bonaparte. Fue en ese contexto en que el héroe de Bailén conoció a muchos oficiales británicos que partieron a la península a enfrentar al enemigo galo.

Con las independencias americanas parece haberse gestado un cambio en la forma de entender la política para el San Martín que peleaba para los godos, en 1811 renunció al ejercito y se trasladó a Inglaterra en donde tomó contacto con una serie de americanos como Carlos María de Alvear y otros que luego formarían la (no tan) secreta Logia Lautaro.


Parece tonto negar a esta altura que los conspiradores no hubieran recibido apoyo británico, si hasta hubo corsarios peleando en la guerra del Pacífico como Cochrane. A su vez, tenemos que hablar de los empréstitos concedidos a un país naciente y con escasa capacidad de pago, con una economía muy precaria. Que los británicos veían con buenos ojos la creación de naciones independientes allí donde antes reinaba España se ajustaban a su nueva estrategia imperialista, el dominio comercial mediante el libre-cambio (que funcionaba como un virtual monopolio en la medida que era el mejor trato comercial posible después de la dominación hispana). Se terminaron formando “semi-colonias”, como analizaría muchos años después Lenin. Es decir, países independientes que decidían sus propios gobiernos e instituciones políticas pero que se veían atadas comercialmente con la metrópoli. Una sofisticación al antiguo modelo colonial que necesitaba de la instalación de un gobierno metropolitano en el territorio (como los casos de África, la India o Australia).


La incorporación de América al mercado mundial fue como proveedor de materias primas y alimentos a los centros industriales de Europa. Era lo que más rédito les generaba a las burguesías locales en proceso de formación. La industrialización de América era una ilusión demasiado lejana para los contemporáneos del siglo XIX, mientras que la venta de carnes de los saladeros, el azúcar tucumano o metales eran mucho más redituables para las oligarquías locales, es decir, hicieron su fortuna sobre esa base por lo que el libre comercio con Inglaterra les resultaba también beneficioso.


San Martín fue parte de aquel mundo ilustrado. Su lucha era contra la monarquía y por el desarrollo capitalista del continente. Su sueño era un territorio integrado desde Colombia hasta la Patagonia, sin embargo el propio juego de las élites locales fue haciendo cada vez más difícil ese sueño. Inglaterra aparecía como el financista ideal, el motor del desarrollo. Hoy podemos tener una visión diferente porque analizamos el transcurso de la historia y vemos el expolio que sufrieron nuestros pueblos para el beneficio de unos pocos. Por eso, pensar en la trama británica de la independencia no debe asustarnos sino que nos ayuda a entender el resto del siglo XIX hasta casi mediados del siglo XX. Nos aporta un enfoque valioso para comprender la introducción del capitalismo financiero y de las relaciones sociales capitalistas en Nuestra América.

 

Pablo Javier Coronel

 

 

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