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¿Qué fue la Reforma Universitaria de 1918?


La reforma universitaria constituyó un movimiento social que promovió una modificación educativa en todos los ámbitos, aunque lo pregonara únicamente en la universidad. Es sin duda a través de ella que un nuevo grupo social aparece en la vida política de la Argentina y Latinoamérica. En este trabajo intentaremos acercarnos al análisis de este fenómeno en relación a las tendencias modernistas de principios del siglo pasado, puesto que consideramos que ese proceso de modernización (como lo denominará Waldo Ansaldi) tendrá particularidades en la provincia de Córdoba (centro desde el cuál se gestará el movimiento) llevando a la aparición del estudiantado como nuevo actor socio-político en el ámbito internacional.


¿Por qué hablamos de reforma?


Al hablar de reforma estamos haciendo, sin lugar a duda, referencia a una modificación de las prácticas y elementos constitutivos del sistema universitario. La pregunta residiría, para entender mejor la importancia de este fenómeno, en saber cuál fue el grado de modificación que se reclama y se desarrolla.


Como primer factor diremos que el que ésta se lleve a cabo en la provincia de Córdoba no es una casualidad, sino que su Universidad (fundada en 1613, siendo la primera en el país) era considerada como un baluarte de la tradición. En ese marco, el conflicto no fue repentino ni sorpresivo, sino que se presentaba, para una gran parte de los integrantes de la comunidad educativa, como el fin esperable para la situación que se vivía.

El manifiesto liminar de 1918 nos dice: “Nuestro régimen universitario – aún el más reciente – es anacrónico. Está fundado sobre una especie de derecho divino: el derecho divino del profesorado universitario. Se crea a sí mismo. En el nace y en el muere.” Evidentemente (o por lo menos así lo fue para la juventud universitaria de Córdoba) el sistema educativo universitario, todavía ligado a los viejos grupos y privilegios religiosos heredados del régimen colonial, se presentaba como el principal opositor al progreso que propugnaba el estudiantado universitario.


Es igualmente importante destacar que si bien la reforma universitaria fue un movimiento que surge desde el estudiantado, no todos participan de la misma manera ni desde el mismo punto de vista. Javier Moyano caracteriza a los actores estudiantiles en tres grupos:

  • Estudiantes comprometidos con el cambio y que proponen medidas de cambio junto con un bagaje y unas prácticas que suelen apuntar a hacer tambalear el orden.

  • Estudiantes vinculados a mantener las estructuras atacadas que buscan defender, por lo general de manera ideológica, al grupo atacado.

  • Estudiantes que pregonan el cambio pero no suelen intervenir, y cuando lo hacen es para bloquear a los grupos más radicales, y qué, dependiendo de las circunstancias, opta por uno y otro grupo.

Respecto al caso que tratamos en este trabajo, los dos primeros grupos son fácilmente identificables, considerando que el primer grupo responde a los nuevos integrantes de las universidades, aquellos que ingresan luego de la reforma electoral de 1912, en muchos casos hijos de inmigrantes que portan en sus mentes los ideales de las nuevas corrientes políticas. Al segundo grupo pertenecerían esos individuos que representan al viejo grupo de poder, hijos y nietos de la oligarquía terrateniente que intenta mantener los privilegios heredados por su estatus. El último grupo es una mezcla entre ambos, a los que identificaremos con los nuevos cuadros radicales que pertenecen a ambos grupos.


No coincidiremos aquí con las asociaciones políticas que hace el autor en su trabajo Las movilizaciones estudiantiles en Córdoba durante el siglo XX. Actores, antagonistas, prácticas, pues suele vincular a cada grupo con las orientaciones entre izquierda, centro izquierda, centro derecha y derecha. Este tipo de categorizaciones, a nuestro entender, no hace más que delimitar unas fronteras ideológicas en torno a prácticas más o menos disruptivas o “revolucionarias”, y si bien no es el objeto de este trabajo, hemos de dejarlo en claro.


Los reclamos del movimiento


Como todo movimiento social, este fenómeno estuvo vinculado con un inconformismo respecto de las condiciones educativas de aquél entonces. Uno de los principales puntos de la propuesta reformista consistió en hacer saber esos aspectos al público en general. Los reclamos pueden ser descriptos en los cuatro puntos siguientes:

  • Autonomía de la Universidad. Considerando que la institución tiene un vínculo con todos aquellos que la atraviesan, la propuesta reformista consideraba indispensable crear un sistema de gobierno colegiado, con participación de docentes, estudiantes y graduados, sin injerencia alguna por parte del estado.

  • Reforma del sistema docente. Este aspecto hace referencia a la asistencia libre a las cátedras y la necesidad de establecer el sistema de asambleas como medio consultivo de docentes y alumnos.

  • Revisión de los contenidos y métodos. Comisiones de alumnos designados por los centros estudiantiles de cada facultad se ocuparán de elaborar un documento que de cuenta del análisis sobre los contenidos de sus áreas, que luego serían recopilados en un documento general. Es importante aquí destacar que el reformar los contenidos y métodos significaba, en ese momento, romper de manera tajante con el antiguo régimen (en la tradición educativa y cultural).

  • Extensión a la comunidad. Como lo dice, significaba contextualizar prácticas y metodologías con un claro sentido de vinculación social, desterrando la idea de la escuela como institución asocial y cerrada, hacia una visión de crecimiento hacia afuera.

Además, en sus documentos se permite vislumbrar el ideal de profesor universitario, considerándolo no solo un mero transmisor de conocimientos, sino que es su obligación ser un estimulador de las inquietudes de sus alumnos (un docente tutor y moderador entre el alumno y los conocimientos). Además, ponía el peso en la selección docente de acuerdo a un mérito erudito que rompía con la tradicional elección de cargos a manos del director.

Todos estos puntos anteriores pueden ser vistos en los pedidos de reforma de los demás países latinoamericanos, con diferencias entre unos y otros, pero siempre apuntando en la misma dirección.

Como entendemos luego de leer estas demandas y el manifiesto liminal, los problemas que los reformistas veían en la universidad residían en la pesada herencia clerical y desactualizada de sus contenidos y docentes, y ni hablar de las cuestiones edilicias. Los temas, las formas dictar las clases, los objetivos, la bibliografía, todo ello respondía a un modelo que deseaba mantenerse intacto, mantener sus privilegios.


Análisis en torno a los acontecimientos de la reforma universitaria


Cuando hacemos mención al movimiento reformista, no podemos obviar su contexto histórico, social y político, así dirá Julio V. González que “se puede afirmar que el movimiento sometido al análisis no es un hecho que se limita a la Universidad, porque es parte de una cuestión social” Empezaremos por aquello que pusimos en apartado anterior respecto a la función de la Universidad de Córdoba. Comenzaremos aclarando que en este apartado nos referiremos repetidamente a la Ciudad de Córdoba, pues no sólo es el centro de este movimiento, sino que su surgimiento está muy relacionado con la tradicionalidad de la ciudad y la provincia, y el desajuste que producen los procesos de modernización.


Cuando hablábamos de la universidad como baluarte de la tradición, hacíamos referencia al carácter conservador de la Iglesia Católica, que tenía el control de ella. Uno de los motivos del movimiento reformista, fue precisamente la forma de continuidad que tenían los cargos directivos, en la que el rector era elegido por medio de la elección de los docentes vitalicios. Luego del primer estallido del reclamo, el interventor Matienzo (designado en el cargo por el presidente radical Hipólito Irigoyen) modificó la norma, abriendo las elecciones del rectorado y los decanos a la totalidad de los docentes, aunque todavía excluía a los estudiantes.


A partir de la ampliación de los derechos para los ciudadanos argentinos se puede observar un aumento en la matricula estudiantil y la creación de nuevas universidades. Puestas en contexto estas cifras, puede entenderse que los espacios políticos otrora restringidos, al encontrarse ahora como una meta cumplible para las clases medias y obreras, permitió a éstos pensar en la educación superior universitaria como un medio de progreso que también tenía su apoyo en una situación de modernización e (incipiente) industrialización que requería de obreros calificados. El ingreso de cada vez más personas de clase media y baja a la universidad significaba un duro golpe para la oligarquía que mantenía el control de la universidad como herramienta de reproducción cultural para una clase dirigente basada en la tenencia de tierras.


Cuando hablábamos del proceso de modernización, hacíamos referencia a lo que Waldo Ansaldi (1996-1997) establece cuando dice:


“entiendo la modernización como expresión de la modernidad dependiente, como un movimiento de la historia de nuestras sociedades que produce sustanciales – mas no radicales – transformaciones de éstas. Es un movimiento inducido por la expansión del capitalismo europeo, que desencadena fuerzas (económicas, sociales, políticas, culturales) potencialmente libertadoras cuyo límite infranqueable son las relaciones de dependencia, que frustran la posibilidad de un desarrollo autónomo”


Interpretamos esta definición de Ansaldi haciendo alusión a que la modernidad, como movimiento ideológico, propone una liberación que, en la puesta en práctica, genera un sistema de dependencias orientado hacia los países europeos. Por esto es que vemos la necesidad de las grandes ciudades argentinas de tomar estándares de belleza europeos, en un intento por demostrar un “desarrollo” que no es el real.


La modernización se traduce, de esta manera, en una serie de transformaciones a nivel social, cultural, político y económico que permiten el sostenimiento y afianzamiento de la dominación cultural y económica europea sobre los países latinoamericanos. Entendiendo esto, y recordando que Europa era, ya hace tiempo, mayoritariamente laica en su gobierno, las ideas de la modernización chocaban directamente con los intereses propugnados por la vieja y católica aristocracia. En Córdoba, una de las provincias donde la religión había arraigado de manera más fuerte gracias a las misiones y la instauración de proyectos educativos sustentados por la Iglesia Católica, estos nuevos ideales modernistas fueron internalizados por los grupos obreros medios y bajos que encontraron, gracias al proyecto educativo general de Sarmiento, un lugar dentro de la escuela pública.


A los reclamos de modificaciones radicales que planteaban los grupos de estudiantes universitarios, el radicalismo propone una postura media, que fue rechazada por los estudiantes, que mantiene durante el transcurso del conflicto, viendo con buenos ojos al movimiento, pero sin apoyarlo abiertamente. La lógica de esta postura intermedia reside en el origen mismo del movimiento, pues en un principio surge de una clase media de profesionales (una gran cantidad de ellos universitarios) que si bien compartían muchos ámbitos con la aristocracia terrateniente argentina, no poseían los mismos derechos políticos que éstos. Por otro lado, cuando estalla el movimiento reformista con un presidente elegido por el voto obligatorio, secreto y universal (masculino), el nuevo gobierno se ve políticamente obligado a no declarársele en contra, pues proponía también una postura democratizadora a nivel universitario.


Habiendo entendido todo esto, nos introduciremos un poco más en la cuestión de la tensión existente entre lo nuevo y lo viejo, que en la sociedad cordobesa de principios del siglo XX era visible a través de la conjunción de lo sagrado y lo profano, lo laico y lo religioso. Sobre este tema destacamos, nuevamente, el trabajo de Waldo Ansaldi y su artículo Ritos y Ceremonias sacras y laicas. Acerca de la sociabilidad cordobesa en los comienzos de la modernización provinciana. A lo largo del texto el presenta numerosos casos en los que ciertas festividades patrias (laicas) se conjugan con simbología o festividades religiosas, en especial cristianas. No es nuestro interés repetir lo escrito allí, sino que tomaremos algunas ideas para ponerlas en juego.


Según el autor, es bien sabido que tanto uno como otro aspecto (lo profano y lo sagrado) hacen referencia un distinto tipo de sociedad. Las sociedades tradicionales suelen ser asociadas a un pensamiento en donde lo sagrado se vuelve fundamento primordial en la vida, mientras que las sociedades modernas se asocian con la secularización o profanidad. Según lo que decíamos anteriormente, las tensiones entre ambas la establecerían en un punto intermedio donde ambos ámbitos conviven. Si lo llevamos a la sociología positivista de Comte, la Córdoba de la reforma universitaria es una sociedad metafísica, un paso obligado entre el estadío teológico y el positivo/racional. Si bien la aparición del modelo de sociedad moderna y profana debería desplazar al modelo tradicional/religioso, en la provincia de Córdoba ambos conviven formando una postura intermedia. Según las leyes de la sociología esto no sería posible, y los conflictos de definición simbológica, de apropiación de significados deberían llevar a un enfrentamiento en el que la posición moderna venciera.


El pasar de los años en Córdoba ha visto a ambas mentalidades fusionarse, creando una versión matizada entre ambas. Esto es entendible si tomamos la idea que el autor propone al hablar de una modernización trunca o provinciana, como manera de explicar que el proceso no se llevó a cabo “como estaba planeado”.


Tomamos esta idea de modernización provinciana de la que habla el autor para oponerla con la propia pues consideramos que, siguiendo la idea que exponíamos más arriba, la modernización como ideal filosófico es adaptado de diferentes maneras por las distintas regiones en las que esta corriente se presenta. Como podemos ver en el caso del Paraguay, a pesar de la gran importancia de la Iglesia Católica en la vida social, el proceso de modernización que se lleva a cabo durante la dictadura de Stroessner no logró modificar la estructura de pensamiento y el ansiado pase de una sociedad tradicional a una moderna. En este caso, la incidencia de la iglesia se ve cercenada por la constante represión del dictador, y a pesar de ello el modelo no se lleva a cabo. Según esta postura, hablar de modernización provinciana hace referencia a un proceso fallido que, si la consideramos como la puesta en marcha de un ideal moderno de liberación, no es más que una contextualización del proceso en una sociedad que no responde a los estándares europeos de “desarrollo”.


Los logros de la Reforma


Cuando hablamos de la reforma universitaria hacemos referencia, por lo general, a un movimiento y no a un hecho. Esto tiene su razón en cuanto consideramos que los logros obtenidos en este conflicto se convirtieron en disparador de otros a nivel latinoamericano, y no de forma inmediata, sino que la lucha se mantuvo en el ideario latinoamericano, proponiendo modificaciones educativas en distintos países. En palabras de José Ingenieros:


“El generoso movimiento de renovación iniciado en nuestra América los caracteres de un acontecimiento histórico de magnitud continental. Sus ecos inmediatos en Buenos Aires y México, en Santiago de Chile y La Habana, en Lima y Montevideo, han despertado en todos los demás países un vivo deseo de propiciar análogas conquistas”


Estas palabras, escritas en 1924, todavía no podían permitir visualizar la magnitud total que este movimiento tendría en la historia latinoamericana.


Los convenios entre la Federación Universitaria Argentina, la Federación de Estudiantes del Perú y la Federación de Estudiantes de Chile nos permiten sacar algunas conclusiones respecto a los logros de la reforma a nivel latinoamericano. Por un lado, podemos ver la insistencia de crear una conciencia de grupo, considerando al estudiantado como actor político emergente en la región, haciendo hincapié en el americanismo como una virtud de los pueblos, que debía ser fomentada y trabajada en conjunto, haciendo propaganda por cualquier medio, intercambiado libros y realizando intercambios estudiantiles, todo ello junto con la realización de congresos estudiantiles internacionales que les permitiera mantener el contacto estrecho entre los estudiantes universitarios de los distintos países.

Retomando las palabras de Julio V. González acerca del carácter social de la reforma universitaria, esto es más que apreciable cuando, luego de la supuesta finalización del movimiento, la Federación Universitaria de Buenos Aires, con el inicio de la intervención estadounidense en Nicaragua por el petróleo de la región, invita a organizar mitines y reuniones con grupos sociales a fin de que la Argentina toda se manifestara en contra de lo sucedido, remarcando la identidad latinoamericana frente a la intervención de las potencias extranjeras.


Reflexiones finales


A lo largo de este breve trabajo pudimos observar el surgimiento del estudiantado universitario como actor político a nivel nacional e internacional. Nos parece importante recordar que durante toda la década del veinte, los ecos de la reforma, impulsados por ciertos grupos politizados y militantes, se hicieron escuchar a lo largo y ancho del continente americano. Varios países como Venezuela, Colombia y El Salvador sufrieron agitaciones estudiantiles con pedido de modificaciones de la vida universitaria Entendemos así que el intercambio constante que proponen las federaciones universitarias, más allá de crear una conciencia de clase, intentaban visibilizar conflictos y problemáticas sociales ocultas o latentes para la mayor parte de la sociedad. Los estudiantes surgen no solo como actores políticos, sino como actores sociales que incitan el cambio.


Pero tampoco hemos de olvidarnos que el siglo XX también se caracterizó por una seguidilla de períodos de gobiernos cívico-militares que coartaron las libertades de los ciudadanos, reprimiendo (brutal y desmesuradamente en muchos casos) todas aquellas manifestaciones que se oponían a los ideales autoritarios que éstos defendían. Así fue que estos reclamos perdieron terreno y empuje, aunque nunca fueron del todo acallados.

Guillermo Raúl Cabanelas

Docente del I.S. Dr. Carlos María Carena – Profesorado en Historia

Mina Clavero - Córdoba

Referencias Bibliográficas

Ansaldi, W. (1996-1997) Una modernización provinciana: Córdoba, 1880-1914, Estudios, (7-8), 51-80.

Cuneo, D. (Ed.). (1978) La Reforma Universitaria (1918-1930), Compilación, Prólogo, Notas y Cronología.

Caracas, Venezuela: Biblioteca Ayacucho

Moyano, J. (2012) Las movilizaciones estudiantiles en Córdoba durante el Siglo XX. Actores, antagonistas y prácticas. En Cancino, H., Mora V., R., Maderiro de Menezes, L. y Moya, S.G.A.B. (Ed.) Miradas desde la historia social y la historia intelectual: América Latina en sus culturas: de los procesos independistas a la globalización (pp. 287-294). Córdoba: Centro de Estudios Históricos Prof. Carlos S.A. Segreti; Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad Católica de Córdoba; Universidad Veracruzana, México. Instituto de Investigaciones Histórico-Sociales. E-Book

Bibliografía

Barrios, Miguel A. (2017) Unidad III. Material de la Diplomatura Superior en Enseñanza de la Historia y Pensamiento Latinoamericano. UNSE. Recuperado el 08 de Agosto de 2017 de: https://www.eie.unse.edu.ar/pveie3/pluginfile.php/69008/mod_resource/content/1/ManualUnidad3.pdf

Barrios, Miguel A. (2017) Unidad II. Material de la Diplomatura Superior en Enseñanza de la Historia y Pensamiento Latinoamericano. UNSE. Recuperado el 08 de Agosto de 2017 de: https://www.eie.unse.edu.ar/pveie3/mod/resource/view.php?id=26544

Galasso, Norberto. La “causa radical” contra “el régimen conservador” (1850-1928). En Cuadernos para la otra historia Recuperado el 06 de Agosto de 2017 de: https://nomequieroolvidar.files.wordpress.com/2010/11/la-causa-radical-contra-el-rc3a9gimen-conservador-1850-1928.pdf

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