Estados Unidos en el mundo de posguerra
Los cambios institucionales que se produjeron después de la Segunda Guerra Mundial en los Estados Unidos de América, crearon un nuevo panorama económico. Esta nueva estructura institucional se llamará sistema de gran empresa de posguerra y se apoyará en tres columnas básicas que le darán su coherencia interna, que será resultado de las experimentaciones institucionales de los años 1930 y 1940.

La primera columna serán las relaciones del capital americano con los competidores y proveedores extranjeros. La segunda, las nuevas relaciones más estructuradas entre empresas y un segmento de la población trabajadora. La Tercera, el conflicto entre la constante búsqueda de beneficios de las empresas y las demandas populares de control social de las mismas. Cada una de estas tres instituciones se convirtió en una estructura de dominación garantizando el poder de las empresas, lo que llevó a elevar las tasas de beneficios de las empresas y a acelerar el crecimiento de la renta por hora.
El edificio monopolístico de posguerra funcionaria en la medida en que estas instituciones no cedieran. Pronto surgieron fuerzas que plantearon un reto al poder de las grandes empresas en cada una de las tres dimensiones institucionales. Estos retos condujeron a una realineación del poder político y económico, que redujo la eficacia del poder de las empresas, elevando el costo de las materias primas importadas y del trabajo que utilizaban, reduciendo su capacidad para traspasar a los ciudadanos americanos los costes sociales del desarrollo capitalista privado y desacelerando la tasas de crecimiento y de la productividad. Con esta realineación, las grandes empresas americanas sufrieron un revés en el frente que más les preocupaba: disminuyó su rentabilidad.
Relaciones exteriores: pax americana
Tras la segunda guerra mundial EEUU era la potencia económica y militar del mundo. Su dominio económico estaba formalizado en el tratado de Bretton Woods impuso al dólar como moneda de intercambio mundial, el centro financiero paso a estar en Wall Street, se creó el FMI y el Banco Mundial bajo tutelas estadounidense. Por otro lado, el Plan Marshall extendió líneas de crédito para la compra de productos americanos a las devastadas economías europeas tras la guerra, junto con empréstitos para la reconstrucción de las ciudades que permitió reactivar las economías del viejo continente.
EEUU logró acceder a fuentes de recursos primarios en todo el mundo por medio del intervencionismo militar.
La preponderancia de EEUU se basaba en dos pilares: primero, la productividad de la economía por la incorporación de tecnología a la producción y las ventajas de los trabajadores; y segundo el agresivo apoyo militar a la inversión en el extranjero.
El gobierno de EEUU construyó una maquinaria militar, económica y política para vigilar una gran parte del mundo. Valiéndose de la diplomacia del dólar, la intervención de la CIA y el desembarco esporádico de marines, bloqueo la mayoría de los retos planteados por los movimientos populistas, nacionalistas y socialistas al nuevo orden.
Acuerdo entre Capital y Trabajo.
El acuerdo exigió el alejamiento de los sindicalistas militantes a finales de los años cuarenta y la aprobación de medidas legislativas especialmente la ley Taft-Hartley de 1947, que limitaban las acciones de los sindicatos. Estos debilitados tanto por el macarthysmo como por la restrictiva legislación se inclinaron por el remplazo de la lucha sindical a la colaboración con las grandes empresas. Estas iban a conservar el control absoluto de las decisiones esenciales sobre sus operaciones, decisiones que se referían a la producción, a la tecnología, al emplazamiento de las fábricas, a la inversión y a la comercialización. Este conjunto de prerrogativas se codificó en las cláusulas de “derechos de la dirección” en la mayoría de los convenios colectivos de trabajo. A cambio, los sindicatos fueron aceptados como legítimos representantes del trabajo, pero no podían poner en cuestión el control empresarial en las empresas. Los sindicatos habían de ayudar a mantener el orden y disciplina de la mano de obra y las empresas retribuir a los trabajadores con una parte del aumento de los beneficios generados por el incremento de la productividad, con una mayor seguridad de empleo y con una mejora de las condiciones de trabajo. La productividad aumento y este aumento se repartió, generando un clima de confianza y estabilidad por un tiempo.
La política de repartir beneficios fue la contrapartida de la amenaza constante del desempleo. Se expandió el sistema de supervisión a partir de la recuperación del control, por lo que se hizo extensiva una nueva capa de burocracia empresarial destinada a supervisar los comportamientos de los trabajadores con un complejo sistema de ascensos y complementos salariales.
Se nota en este periodo la extensión de diferentes formas de contratación con grados de relativa inestabilidad, lo que llevo a cada obrero a alienarse cada vez más del resto de sus compañeros, individualizando sus tareas en pos del ascenso y el beneficio personal. Se combinaron para esto diferentes mercados de trabajo (para negros, mujeres, blancos, latinos, etc.).
Acuerdo entre capitalistas y ciudadanos
El Estado fue el garante de la relación entre capitalistas y ciudadanos con el otorgamiento de beneficios que sin perjudicar los márgenes de ganancia de las empresas, se destinaban a cierta brindar estabilidad al conjunto de la sociedad para guardar un orden general y la paz social. Para ello fueron fundamentales tres aspectos en la función del Estado:
El gobierno intento reducir la inestabilidad macroeconómica, con la esperanza de evitar los tipos de recesiones económicas que habían puesto en peligro la supervivencia del sistema. Para ello, los tratados comerciales y la escalada bélica que favoreció al complejo industrial-militar fueron ejes fundamentales. El Estado trato de cumplir el rol de guiar el ciclo económico capitalista en aras de la estabilidad política y la rentabilidad.
Se fomentó el gasto publico directo destinado a apoyar a la empresa privada en todas las esferas del Estado (federal, estadual, y municipal). Se favorecieron empresas de armamento bélico, energía nuclear y agricultura mediante contratos públicos directos. A su vez, las inversiones en transporte, comunicaciones, infraestructura, educación e investigación, disminuyeron considerablemente los costes de producción de casi todas las empresas privadas.
Se siguió con la política de Seguridad Social que reducía los márgenes de inestabilidad de las víctimas del desempleo, ancianos o pobres.
Este rol comprometido del Estado en la economía fue fundamental para el desarrollo de una estructura social que favoreciese la acumulación de beneficios de los grandes capitalistas, generando un clima de estabilidad social que no pudiera poner en discusión al sistema en su totalidad.
Complemento del aparato ideológico
Credo de la “libre empresa”
Barnet va a referir al “credo de la libre empresa” como un complejo ideológico que aparecerá en el mundo de posguerra a raíz de la definición de un nuevo enemigo a escala mundial: el comunismo.
La expansión estadounidense al tercer mundo por la obtención de materias primas y mercados para la colocación sus mercancías va a encontrar su justificación en la defensa de la “libre empresa” capitalista en contraposición del comunismo totalizante de la URSS. Junto con la “Teoría del Dominó” (si cae uno caen todos), el Estado norteamericano destino enormidad de recursos a los países del Tercer Mundo para la defensa de las empresas norteamericanas de presuntos ataques “comunistas”. Bajo este rotulo englobaban procesos de liberación nacional (sin ser comunistas necesariamente, como Cuba y Guatemala), de descolonización (como en el África y Vietnam) o revoluciones socialistas propiamente dichas como en China y Corea.
La defensa de la “libre empresa” esconde además la expansión del complejo militar industrial como sector más dinámico de la economía estadounidense y que recibía el mayor apoyo del Estado en comparación con otras ramas. El presupuesto del Departamento de Defensa fue por muchos años el benefactor de las mayores partidas de dinero.
De esta forma, el sector que había salvado la economía estadounidense en la década del ’40 cuando se produjera el ingreso de EEUU a la Segunda Guerra Mundial, y que no había podido ser desmantelado, fue el verdadero impulsor de la economía en general.
Se observan entonces varias aristas complementarias. Por un lado, la preponderante posición de EEUU en el concierto mundial, necesitaba del establecimiento de una política de vigilancia militar constante de sus esferas de influencia, lo que impulsaba al complejo militar industrial a ser la cabeza de ese proceso. Defensa de los intereses de EEUU y producción militar eran dos aspectos complementarios y que se retroalimentaban constantemente a lo cual se sumaba la penetración de hombres provenientes del sector privado en los puestos claves del departamento de defensa que velaban por sus propios intereses.
En este sentido, el credo de la libre empresa fue la justificación ideológica que sostenía en parte todo el sistema de dominación exterior y de producción industrial. La defensa de la empresa norteamericana en el extranjero, era la defensa misma de la nación americana, por lo cual, la intervención económica y militar en favor de los capitalistas norteamericanos en el extranjero era una cuestión de seguridad nacional.
Persecución ideológica: Macartismo
La persecución ideológica se enmarca en un proceso de represión generalizada por parte del Estado hacia un enemigo indefinido llamado comunismo, al cual podía asociarse a cualquier movimiento contestatario o radicalizado sin que sea necesariamente comunista.
El ascenso de McCarthy es posible en un clima generalizado de persecución y transmite a la sociedad grados de histeria y sospecha constante sobre las actividades de sus compatriotas. Su ascenso viene de la mano de la infiltración de agentes comunistas en el Estado, para lo cual se abre un proceso de grandes purgas en todos los organismos estatales que luego se van a replicar en el ámbito privado. Su principal motivación era la de desacreditar a la administración Truman desde un eje diferente al fallido intento del ataque al New Deal, introduciendo la sospecha de personajes que ocupaban cargos públicos. Una vez en el poder Eisenhower, el macartismo dejo de tener sentido para el Partido Republicano, que decidió desprenderse de él.
El macartismo fue la expresión máxima de la represión de las actividades sindicales y partidistas de gran número de la población. Fue una herramienta útil para cimentar la lealtad y el compromiso de un gran número de norteamericanos con la Guerra Fría y el sistema de la gran empresa de posguerra.
Conclusiones
La nueva estructura institucional creó las condiciones para renovar el ciclo de acumulación capitalista, con una sociedad dividida y dominada por la ideología hegemónica. Esta estructura se va a mantener en pie hasta que ciertos factores comiencen a erosionar los pilares sobre los que se sostenía, fundamentalmente la competencia de los países europeos, el costo de las materias primas y la guerra de Vietnam.
Pablo Javier Coronel
Bibliografía Utilizada:
-Richard J. Barnet, “VI: El credo de la empresa privada norteamericana y el interés
nacional,” y “VII: “La sociedad gobierno-empresa privada en los asuntos exteriores,” en
Barnet, Guerra perpetua, México, FCE Breviarios, 1974
-Pablo Pozzi, “La Segunda Guerra Mundial y la identidad norteamericana”; en Pablo
Pozzi y Fabio Nigra (comps.), Invasiones bárbaras….,
-Samuel Bowles, David Gordon y Thomas Weisskopf, La economía del despilfarro,
Madrid, Alianza Universidad, 1983
-Seymour Martin Lipset y Earl Raab, "Los cincuentas: el macartismo"; en Lipset y Raab,
La política de la sinrazón, México, FCE, 1981