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Pablo Javier Coronel

Inglaterra contra Francia: una rivalidad histórica | Huellas de al Historia

Este sábado se estarán enfrentando Inglaterra y Francia en el mundial de fútbol de Qatar. Por algún motivo, el fútbol nos remite siempre a las historias nacionales de los países y en 90 minutos parecen enfrentarse mucho más que solo deportistas. Se pone en juego el “orgullo nacional”.



Los seleccionados que se enfrentan representan a dos países que han estado enlazados desde su constitución como naciones, pero también mucho antes, cuando eran reinados feudales que se disputaban territorios y riquezas. Podemos contar la Guerra de los Cien Años, la Guerra de los Siete Años, las Guerras Napoleónicas y los conflictos en el espacio colonial del siglo XX. Haciendo un breve repaso por ellas, tenemos que tener en cuenta que cada uno de estos enfrentamientos se dio en contextos socio-políticos muy distintos y que no son equiparables de por si. También me parece importante destacar que no podemos asemejar un conflicto bélico a un partido de fútbol porque sería una falta de respecto a las victimas que han sufrido en ellos, sino que lo tomamos como disparador para poder hablar de estos temas.

Comenzamos con la Guerra de los Cien Años que inició en 1337 y terminó en 1453. El conflicto inicia cuando el monarca inglés Eduardo III reclamó el derecho al trono francés pasando por alto al rey Felipe IV de Francia. La contienda estalla producto de las relaciones de poder que se tejían para poder ostentar los cargos monárquicos. Eduardo III era descendiente de la corona Francesa pero a su vez había quedado como vasallo de Felipe IV por tener el título de duque de Aquitania. Cuando el rey francés intentó confiscar el ducado de Eduardo III, estalló la guerra.


En este caso tenemos que pensar en cómo se ejercía el poder político y social en la Edad Media. El feudalismo era un tipo de relación social que suponía que por medio de vínculos personales, un vasallo le debía lealtad a un señor. El entramado de relaciones sociales que se formaban para mantener u obtener más poder tenía estricta relación con el control de recursos económicos productivos como la tierra, los hombres o las industrias. En este sentido, las disputas territoriales no solo tenían que ver con la expansión geográfica sino económica de los reinados feudales. Tenemos que tener en cuenta que en este tipo de sociedad el dominio de unos sobre otros es por causas “extra-económicas” es decir que un individuo se puede imponer a otro por el control de la violencia, los lazos familiares, los lazos culturales, el prestigio personal o razones místico-religiosas.


La Guerra de los Cien Años se resolvió en 1453 cuando Francia derrota a Inglaterra en la batalla de Castillon. El fin de la contienda tiene que ver, no solo con la renuncia inglesa a continuar batallando o la potencia militar de Francia, sino con los cambios geopolíticos que se estaban sucediendo como la caída de Constantinopla y el cierre de las rutas comerciales a Oriente. Esto supuso un gran golpe a toda la economía europea y la necesidad de reestablecer esas rutas pasó a ser una nueva preocupación para ambos reinos.


El segundo de los casos que vamos a tratar en este artículo es el de la Guerra de los Siete Años que aconteció entre 1756 y 1763. El escenario pasaba a ser mundial, las potencias se enfrentaban después de una fuerte expansión colonial en África, América del Norte y Asia. Terminó involucrando a otros reinos europeos y finalizó con el Tratado de París entre Francia, España, Gran Bretaña por un lado. Por otro lado, se firmó la Paz de Hubertusburgo entre Sajonia, Austria y Prusia. Supuso la derrota Francesa ante Gran Bretaña, lo que nos explica la intervención francesa en la guerra de independencia de los Estados Unidos.

A diferencia del conflicto anterior, estamos hablando de un mundo muy distinto al medieval. Aquí las potencias europeas se disputan el mundo de acuerdo a intereses económicos que afectan la fortuna de diferentes clases sociales. Aquí, la burguesía ya es un actor fundamental que explica la lógica de acumulación de los reinos y su expansión está supeditada al interés capitalista en auge.


Pasamos entonces a las guerras napoleónicas en donde vemos como Inglaterra intenta frenar el avance de un competidor capitalista a nivel mundial. La expansión del Imperio Francés por Europa supone un peligro para la venta de productos manufacturados ingleses a partir del bloqueo que se le impone a ingresar al continente. Pero Napoleón será derrotado en la batalla de Waterloo en donde las tropas inglesas jugaron un papel fundamental. Todavía hoy hay monumentos en Londres que recuerdan aquella gesta.


En este caso, ya estamos hablando del enfrentamiento de dos naciones capitalistas propiamente dichas. Durante el transcurso del siglo XIX la tensión seguirá latente pero los problemas pasarán a ser de orden interno ante el avance de la industrialización y del proletariado urbano. En el siglo XX se encontrarán unidos contra el enemigo alemán, sin embargo en las colonias, se observarán rispideces que pondrán en peligro sus relaciones como por ejemplo en Medio Oriente. Sin duda vemos a las burguesías nacionales de uno y otro país enfrentándose por intereses que son ajenos a los de los proletariados de esos países que son siempre la carne de cañón en los conflictos armados.


Es interesante observar, como el deporte pasa a ser un nuevo campo de la disputa nacionalista. El fútbol ha sido por excelencia el elegido por las masas en ambos países, también podemos contar el caso del rugby. La ideología nacionalista penetra sobre estas disciplinas (y todas las demás) con el objetivo de crear consensos entre las clases sociales del capitalismo. Así, burgueses y proletarios se sienten hermanados en una competencia nacional por quebrar el orgullo nacional del otro.


Tenemos que disfrutar del fútbol, así como cualquier otra disciplina. Lo importante es entender ese uso político que se hace sobre el deporte y no caer en la trampa de la ideología nacionalista y ser conscientes de nuestro lugar en el escalafón social y nuestros intereses como clase.


Pablo Javier Coronel

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