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Historia y Memoria a 45 años del Golpe Cívico-militar

Se cumplen 45 años de aquel fatídico 24 de marzo de 1976 en que la cúpula militar asaltó el poder democrático de Isabel Martínez de Perón. Se inaugura allí una época de terror desde el Estado con el fin de destruir definitivamente el orden social anterior y lograr el paso a uno nuevo. Este seria el relato tradicional que circula a través de la memoria y la educación escolar. Sin embargo, ciertos baches han quedado ocultos o en las sombrar por múltiples motivos. Intereses sociales de las clases dirigentes, urgencia por instalar una narrativa que legitime el pedido de justicia, el intento de desentendimiento de la burguesía nacional en su participación para seguir gozando de impunidad, entre otras, pueden ser las causas de estos ocultamientos. Allí es donde la memoria debe dar paso a la Historia.



En los últimos años hemos visto como los historiadores e historiadoras han venido abordando la dictadura como un proceso complejo y profundo que tiene múltiples aristas. Por ejemplo, se ha profundizado en los estudios sobre las responsabilidades civiles, empresarias y eclesiásticas. Una pregunta fundamental para hacerle al período es ¿Qué bases sociales tenía la dictadura? Allí es donde comenzamos a encontrarnos con las corporaciones agrarias grandes y chicas (Sociedad Rural, CRA, CONINAGRO), las corporaciones empresariales (como la APEGE, la CEA que hoy es AEA y sectores de la CGE que nuclea a pequeños empresarios). Es decir, había una conciencia en la burguesía de que había que terminar con la sublevación del movimiento obrero y que los esfuerzos del gobierno de Isabel en ese sentido no eran suficientes. Ni el ajuste de Celestino Rodrigo, ni la militarización del territorio con el Operativo Independencia lograban doblegar del todo al movimiento obrero organizado.


Otra pregunta articuladora podría ser ¿Cómo fue que la sociedad argentina se bancó la dictadura? Para ello podemos hablar de dos mecanismos: coerción y consenso. Ante los sectores mas radicalizados o peligrosos en términos ideológicos para la dictadura de la burguesía, funcionó un régimen de terror que en las sombras (y no tanto) se encargó de hacer desaparecer físicamente a una porción de la sociedad. La fracción más politizada y con más conciencia de clase de los trabajadores pasó por la carnicería estatal. El avance sobre la investigación de los Centros Clandestinos de Detención, Desaparición, Tortura y Muerte nos ha permitido reconstruir como era la vida en los campos de exterminio de todo el país.


El otro mecanismo nombrado fue el del consenso. Un consenso no siempre voluntario o aceptado, pero si efectivo e incorporado. Desde la educación (con los manuales antisubversivos), la cultura (cine y música pasatista) y el deporte (con la organización del mundial de futbol de 1978), se fue articulando esta forma lograr la dominación ideológica sobre una generación.


¿Para que fue la dictadura? Esta ultima pregunta que proponemos también ha venido siendo respondida desde la Historia. La explicación es fundamentalmente económica. La dictadura tuvo una clara intención de desarticular el llamado Estado de Bienestar, es decir, un Estado en donde la burguesía debe negociar y otorgar beneficios a la clase obrera por la fuerza de este último sector social. Liquidar al movimiento obrero organizado era la puerta para volver al liberalismo descarnado de antes de los años ’30. Apertura total de importaciones, desregulaciones laborales, aumento de la tasa de ganancia fueron algunas de las medidas e intenciones de el nuevo régimen.


Seguramente puedan surgir nuevas preguntas, como por ejemplo cómo se resistió, qué lugar tuvieron las mujeres y disidencias, por qué terminó, etc. Aquí simplemente intentamos extender líneas problemáticas generales para que la memoria, siempre necesaria, pero basada en la experiencia, el sentimiento y demás expresiones de lo subjetivo vaya dejando paso al conocimiento científico. La memoria siempre más sujeta a debates entre lo que recuerda uno y lo que recuerda otro, sin estar basado en la reunión y análisis de datos, fue indispensable para la búsqueda de una justicia urgente. El desafío de nuestro tiempo es mejorar la calidad de lo que sabemos para que la justicia llegue mas completa, mas reparadora y mas basada en la verdad. Porque en la medida en que podamos ir suplantando el pedido de Memoria por el de Historia podremos acercarnos más al pedido de Verdad y Justicia.


Pablo Javier Coronel




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