¿Qué fue el Feudalismo?
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¿Qué fue el Feudalismo?

El feudalismo tiene diferentes definiciones según se trate de la historiografía liberal o la historiografía marxista. Sin embargo, ambas corrientes coinciden en que el feudalismo se caracteriza por la fragmentación, privatización y patrimonialización del poder público antes atribuido al Estado, sin un centro de poder político definido.[1]

La definición institucionalista liberal, representada por Ganshof, distingue dos acepciones de feudalismo. La primera es una definición social y política, equivalente a “régimen feudal”, que describe al feudalismo como un tipo de sociedad jerárquica con respecto a los lazos de dependencia entre los hombres, de los derechos de propiedad, y de instituciones autónomas de poder. La segunda acepción es jurídica y describe al feudalismo como un sistema de instituciones feudo-vasalláticas. Esto significa una relación entre dos hombres libres: un “vasallo” que tiene obligaciones de obediencia y servicio hacia un “señor” que, a su vez, está obligado a darle protección y, generalmente, la concesión de un “feudo”. Ganshof sostiene que ambas acepciones están unidas, pero que la primera puede describir distintos tipos de sociedad en tiempo y espacio mientras que la segunda, el feudalismo en sentido estricto, se restringe a la Europa occidental de la Edad Media, y más concretamente, a los siglos X, XI, XII y XIII.[2]


Para los autores marxistas – como Astarita, Anderson, Toubert y Bonnassie –, el feudalismo es un modo de producción basado en la tierra, cuyas relaciones sociales de producción se centran en la coerción extraeconómica del campesinado por parte del señor.[3] El elemento central del feudalismo para estos autores es la corvea, la obligación del campesino a trabajar las tierras del señor (“reservas”) a cambio de una parcela para su reproducción familiar (mansos).[4] Ello establece una primera diferencia con la definición de Ganshof, que halla la pieza clave del sistema en el “feudo” como bien de intercambio entre el señor y el vasallo.[5] El “feudo”, para los marxistas, tiene valor como unidad productiva, como lugar en donde ocurre la relación de servidumbre que ata al campesino al señor.


Una segunda diferencia entre ambas corrientes estriba en que los institucionalistas, al describir al feudalismo como relaciones dentro de la clase dominante, enfocan en el plano político dejando de lado toda explicación económica sobre la forma de producción de la tierra y la realidad de sus productores –los campesinos–; mientras que los marxistas dan una definición centrada en lo económico pero no por ello separada de lo político.


Para estos últimos, la integración entre lo económico y lo político ocurre en dos niveles y está vinculada a la fragmentación del poder. En primer lugar, dentro del feudo y en la relación entre señores y campesinos, donde el señor ejerce el poder como atributo personal, sin intervención de un monarca[6], para la explotación del campesinado. El resultado es, necesariamente, “una amalgama jurídica de explotación económica con autoridad política”.[7]


En segundo lugar, la integración entre lo económico y lo político ocurre en el nivel de las clases dominantes. El acuerdo de vasallaje es un nexo político – al igual que en la interpretación de Ganshof –, pero a su vez permite y se funda en la autonomía reproductiva de los señores.[8] Ello deriva necesariamente de la fragmentación y privatización del poder y a la vez la refuerzan.


Sin embargo, la misma fragmentación no lleva a que estas relaciones jerárquicas entre señores culminen en una cúspide de poder. Las diferencias en los distintos niveles de relaciones entre señores y vasallos eran solo de grado, y el monarca era “primus inter pares”,[9] es decir, “uno más entre sus pares”. No era un soberano supremo situado por encima de sus súbditos sino ligado a sus vasallos por vínculos recíprocos de fidelidad. De hecho, el rey no tenía poder político sobre el conjunto de la población y sus recursos económicos residían casi exclusivamente en sus dominios personales como señor.[10]


Por último, al centrarse en la relación entre señores y campesinos –pero sin dejar de lado las relaciones dentro de la clase de poder–, la definición marxista encuentra los puntos de conflicto no como algo externo al feudalismo sino intrínseco en la coexistencia de aldeas heterogéneas, tierras comunales y propiedades autónomas de campesinos.

Lucia Gracey

Bibliografía y citas:

[1] Ganshof, 1975, p. 1; Anderson, 1997, p.2.

[2] Ganshof, 1975, pp. 1-3.

[3] Anderson, 1997, p. 1.

[4] Toubert, 1990.

[5] Ganshof, 1975, p. 2.

[6] Astarita, 2003, pp. 4-5.

[7] Anderson, 1997, p.1.

[8] Astarita, 2003, pp. 12-14.

[9] Ídem, p. 7.

[10] Anderson, 1997, p.4

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