Un Mundo Nuevo Zapatista | Latinoamérica sin Vueltas | Huella de la Historia
El 1° de enero de 1994, cuando entraba en vigencia el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, un ejército indígena insurgente se levantaba en armas en Chiapas, en el sudeste de México, de forma completamente inesperada. Pocas semanas después, uno de sus referentes expresaba sus intenciones en una carta: "¿La toma del poder? No, apenas algo más difícil: un mundo nuevo." (Subcomandante Insurgente Marcos, 2 de febrero de 1994).

Aunque el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) no conseguiría derrotar al ejército federal mexicano como manifestó en la Primera declaración de la Selva Lacandona (1993), mantienen territorios chiapanecos bajo control y tuvieron un impacto incalculable en todo el mundo. Incluso varios años después, quienes dábamos play a Clandestino de Manu Chao nos encontrábamos con las demandas fundamentales del zapatismo al llegar a Welcome to Tijuana y veíamos reflejados algunos de nuestros propios anhelos en un mundo donde el neoliberalismo y la globalización se mostraban imparables: "Techo, tierra, trabajo, pan, salud, educación, independencia, democracia, libertad, justicia y paz. (…) Estas fueron nuestras demandas en la larga noche de los 500 años. Estas son, hoy, nuestras exigencias." (EZLN, 1° de enero de 1996).
¿Te gustaría saber más sobre zapatismo y apoyarnos? Conseguí esta revista digital y leela en cualquier dispositivo
Al preguntarnos cómo se llegó al levantamiento zapatista de enero de 1994, debemos pensar el contexto específico de México en esos años: la crisis final de un régimen político de larga data en el país. Este régimen se basaba en una alianza entre estado y sectores populares organizados de forma corporativa y, aunque no figuraba expresamente en la Constitución ni en ninguna norma, se había ido construyendo lentamente entre las reformas liberales de Benito Juárez del siglo XIX y el gobierno de Lázaro Cárdenas en la década de 1930 (Roux, 2010). Esa forma política funcionó durante décadas a pesar de, por un lado, modificaciones que fueron realizando los presidentes que siguieron a Cárdenas y, por el otro, algunas resistencias que podemos observar por ejemplo en el mitin de Tlatelolco en 1968 (al que le seguiría la represión estatal y masacre) o en el surgimiento de movimientos obreros y campesinos contestatarios al corporativismo en la década de 1970.
Hacia 1982, una crisis financiera abría la puerta a la implantación de las políticas neoliberales que se expandían por todo el mundo. Rápidamente, el pacto corporativo fue puesto en tensión por el modelo neoliberal: este requería de individuos aislados, no ya organizados colectivamente como en el período previo. De esta forma, los principales ejes de la política neoliberal entraban en contradicción con el régimen político mexicano: aumento de la explotación a partir de la flexibilización laboral y caída del salario real, privatizaciones que destruyeron la producción estatal, el desmantelamiento del control estatal de la renta petrolera, la subordinación económica a Estados Unidos y, también, el fin de la reforma agraria y el desarme jurídico de la propiedad ejidal. ¿Qué significa esto? El fin de esta forma de propiedad colectiva de la tierra, característica de la reforma agraria mexicana, por la cual no se repartieron las tierras de acuerdo a un sistema farmer sino que estas eran comunales y no podían dividirse, venderse o heredarse. Las reformas neoliberales, entonces, implicaron el fin del ejido y la transformación de la tierra en mercancía bajo un sistema de propiedad privada como el que conocemos en otras latitudes.
Al igual que en otros lugares del mundo, el modelo neoliberal no tardó en mostrar sus consecuencias devastadoras en el plano social, a pesar de haberse ganado el apoyo de algunos sectores medios urbanos. Además (y especialmente tras el fin de la Guerra Fría), el modelo vino acompañado de otra fuerte avanzada, la globalización, que pretendía cierta homogeneización en materia cultural en todo el mundo. Este contexto era cada vez más desfavorable también para los indígenas de Chiapas, quienes comenzaron a exigir el respeto de su identidad propia más allá de su condición de campesinos, así como a reivindicar su autonomía. Si bien la disconformidad de estos sectores no surgió de la noche a la mañana, en el contexto de avanzada neoliberal y de desarme del pacto corporativo se cortaron las vías institucionales para canalizar demandas. Esto dio el pie para el surgimiento de nuevas formas de organización social y de lucha.
A pesar de lo sorpresivo del levantamiento zapatista del 1° de enero de 1994, el EZLN no se formó de la noche a la mañana, sino que llevó un largo proceso de aproximadamente una década. Este movimiento recuperaba, por un lado, la experiencia de los movimientos sociales de las décadas de 1960 y 70 y, por el otro, la lucha de varios siglos de los pueblos indígenas de Chiapas. En sus modos de construir el movimiento y vincularse con la población local, retomaron la noción del foco revolucionario que planteaba Ernesto "Che" Guevara. En los territorios bajo su control, construyeron colectivamente formas completamente novedosas de gobierno y organización, que han ido transformándose a lo largo del tiempo.
Como se ha mencionado, el objetivo inicial del EZLN (derrotar al ejército federal de México) no pudo ser cumplido. Sin embargo, ello no le impidió convertirse en un faro para quienes luchan contra el capitalismo neoliberal y contra la avanzada cultural que implicó la globalización. Más allá de representar a los indígenas de Chiapas, sus consignas interpelan aún a muchísimos sectores en el mundo. Por toda Latinoamérica han ido surgiendo otros movimientos autonomistas que miran con atención a los "caracoles" y "juntas del buen gobierno" zapatistas. No por nada desde el monte santiagueño Raly Barrionuevo extendía su invitación: Oye Marcos, venite para Santiago. Estudiar la experiencia zapatista nos permite proyectar otras formas de lucha y resistencia, así como reflexionar sobre las derrotas y cómo construir a partir de ellas.
Lucía Desages
Bibliografía
· Bizberg, Ilán. (2010). “Una democracia vacía. Sociedad civil, movimientos sociales y democracia”. En Zapata, Francisco y Bizberg, Ilán, Movimientos sociales. Los grandes problemas de México. Vol. 6. México D.F.. El Colegio de México.
· EZLN. (1° de enero de 1996). "Cuarta declaración de la Selva Lacandona". Disponible en: https://palabra.ezln.org.mx/comunicados/1996/1996_01_01_a.htm
· EZLN. (1993). "Primera declaración de la Selva Lacandona". Disponible en: https://palabra.ezln.org.mx/comunicados/1994/1993.htm
· Gilly, Adolfo; Gutiérrez, Raquel; Roux, Rhina. (2006).“América Latina: mutación epocal y mundos de la vida”. En: Basualdo, Eduardo M.; Arceo, Enrique. Neoliberalismo y sectores dominantes. Tendencias globales y experiencias nacionales. Buenos Aires. CLACSO. pp.103-119
· Hernández Millán, Abelardo. (2007). “Orígenes y antecedentes del EZLN”. En Espacios Públicos 19. pp.264-283
· Martínez Espinoza, Manuel Ignacio. (2006). "Las juntas de buen gobierno y los caracoles del movimiento zapatista: fundamentos analíticos para entender el fenómeno". En RIPS. Revista de Investigaciones Políticas y Sociológicas, vol. 5, núm. 1. pp. 215-233. Universidade de Santiago de Compostela. Santiago de Compostela. Disponible en: https://www.redalyc.org/pdf/380/38050115.pdf
· Roux, Rhina. (2010). “El príncipe fragmentado, Liberalización, desregulación y fragmentación estatal”. En: Veredas 20, UAM – Xochimilco. México. pp.73-96
· Subcomandante Insurgente Marcos. (2 de febrero de 1994). "Carta al señor Gaspar Morquecho Escamilla". Disponible en: https://palabra.ezln.org.mx/comunicados/1994/1994_02_02_b.htm
Comments