Reformas Borbónicas: El Principio del Fin
El máximo objetivo de la monarquía borbónica era lograr una centralización total del estado en el cuerpo mismo del monarca. En este sentido las medidas absolutistas se van a aplicar en todos los sentidos de la administración estatal. La expansión del Estado que comenzó en la propia península ibérica se extendió necesariamente a las colonias americanas. Para ello se impulsaron una serie de reformas que pretendían reorganizar al Estado en “las indias” como lo había hecho el virrey Toledo alguna vez. En esta oportunidad, “se buscaba consolidar los límites y la seguridad del Imperio, promover el crecimiento económico español y asegurar un flujo creciente de ingresos fiscales a la Corona, para permitirle recuperar su lugar en el mundo” (Gelman: 2).
La situación en América era compleja, la corrupción dentro de las instituciones estatales era insostenible para los nuevos monarcas borbones. La compra/venta de cargos en todos los niveles político-administrativos habían creado pequeñas camarillas de poder donde las oligarquías criollas habían asentado sus bases y cooptado todas las instancias políticas. Tomando un caso emblemático que relata Jorge Gelman, “el caso de las Audiencias, la mayor instancia judicial de América, sabemos que entre 1687 (que se empiezan a vender los cargos) y 1750, se nombran 138 criollos y 158 peninsulares. La mayoría de los primeros había comprado su cargo y se destacaban de los miembros de la elite limeña que habían instalado oidores no solo en la Audiencia de Lima, sino en muchas otras. A su vez una gran parte de los peninsulares que figuraban en la institución, estaba fuertemente ligada a las elites locales (por matrimonio, compadrazgo, transacciones económicas, etc.), con lo cual la influencia sobre estos sectores era ampliamente mayoritaria.” (Gelman: 4). Esto también se verificaba en la compra de los cargos de corregidor o alcaldes mayores. Esta influencia criolla se va a hacer sentir en actividades de todo tipo que no siempre eran legales (contrabando), generando un estado de corrupción constante. En esta época, el reinado de los Austrias se comportaba con total laxitud y flexibilidad haciendo la vista gorda en estos temas. La corrupción no era entendida como una aberración del sistema, sino como uno de los medios privilegiados del sistema para permitir la búsqueda de equilibrio entre intereses a veces contradictorios, y salvando a su vez la autoridad del monarca. Según Gelman, la corrupción era una verdadera válvula de escape a las contradicciones del sistema (Gelman: 9).
En la visión de los borbones, era necesario terminar con este estado de las cosas, suprimir la venta de los cargos que era el origen de todos los excesos, crear un aparato fiscal fuerte, con funcionarios que tuvieran salarios adecuados para impedir su participación en actividades ilegales. El objetivo era claro, había que alejar a las elites locales de la administración para desterrar todos estos males y establecer un aparato burocrático altamente centralizado. Sin embargo, como muestra Chiaramonte, estas reformas, no afectaron únicamente a los criollos, “también hirieron a buena parte de la burocracia hispana en las Indias. Frente a lo que se concibió como la culminación de esas reformas, las intendencias, las quejas de los afectados fueron algo común en todo el territorio americano, y las fricciones con los nuevos funcionarios menudearon. En la medida en que esta reforma iba mucho más allá de afectar simplemente a la cúpula administrativa, pues tendía a una relación más directa entre el monarca y sus súbditos, y a un mejor control de la eficacia de sus representantes en las Indias, estos no pudieron menos que sentir disminuidos sus poderes y debilitada su autoridad.” (Chiaramonte: 97)
La política reformista y centralizadora se va a extender además a otros sectores tales como la iglesia y las milicias. En el ámbito eclesiástico, las disputas que habían comenzado entre Felipe V (primer rey de los borbones) con la Santa Sede se vio reflejada sin dudas en América. Es Acosta Rodríguez quien va a reflejar esto relatando que, “la concentración de poder realizada por la monarquía durante la segunda mitad del XVIII exigía suprimir o reducir obstáculos, como privilegios o derechos adquiridos, que dificultaban su objetivo de modernizar el país. En esta línea se tropezaba con la Iglesia. Así, se consideró necesaria una nueva política en relación con el privilegio y el fuero eclesiástico, porque los antiguos métodos de control indirecto se juzgaban insuficientes.” (Acosta Rodríguez: 351) Es así que en un nuevo plan de reformas se reduce a los eclesiásticos seleccionados por la Corona para sus respectivos puestos y subordinados a las autoridades civiles, quedaran reducidos a simples funcionarios del aparato estatal.
El gasto más importante del Estado Borbón se hizo efectivo en los gastos de defensa. Los constantes ataques de la armada británica en enclaves fundamentales del comercio transatlántico como ser La Habana y Cartagena de Indias hicieron poner en resguardo a la monarquía borbónica. Como nos cuenta Kuethe en su trabajo sobre reformas de las milicias americanas, “la decisión real de armar efectivamente a los americanos fue un paso de mayor importancia histórica” (Kuethe: 110). Esta reorganización consistía en dotar a los cuerpos milicianos de un arsenal permanente y de aumentar los impuestos para poder solventar dichos gastos. Se redactaron órdenes para reorganizar las milicias de Cuba, Buenos Aires, Caracas y Perú. Por otro lado, la presencia y el peso de las tropas reales en el continente americano se hizo sentir en los diversos casos de conflictos, no tanto externos, sino internos.
Por último, pero no menos importante, los nuevos paquetes de reformas van a traer aparejados nuevos impuestos y exacciones fiscales a lo largo y ancho de los dominios coloniales. El monopolio del aguardiente, el aumento y extensión de las alcabalas, las aduanas internas, entre otras, van a configurar los ejes más importantes de los reclamos de los sublevados en América.
Las nuevas presiones sobre los americanos y los pueblos originarios van a configurar el principio del fin del Imperio Español en América.
Pablo Javier Coronel.
Bibliografía
Acosta Rodríguez, Antonio, “La reforma eclesiástica y misional (siglo XVIII)”, en Historia General de América Latina, vol. IV: Procesos americanos hacia la redefinición colonial, París-Madrid, Ediciones UNESCO/Editorial TROTTA, 2000, pp. 349-374
Chiaramonte, José Carlos, “Modificaciones del pacto imperial”, en Annino, A., Castro Leiva, L. y Guerra, F-X. (Dir.), De los imperios a las naciones: Iberoamérica, Zaragoza, IberCaja, 1994, pp. 107-128.
Gelman, Jorge, “La lucha por el control del Estado: administración y elites coloniales en Hispanoamérica”, en Historia General de América Latina, vol. IV: Procesos americanos hacia la redefinición colonial, París-Madrid, Ediciones UNESCO/Editorial TROTTA, 2000, pp. 251-264
Kuethe, Allan, “Las milicias disciplinadas en América”, en Marchena Fernández, Juan y Kuethe, Allan (eds.), Soldados del Rey. El Ejército Borbónico en América Colonial en vísperas de la Independencia, Castellón, Ed. Universidad Jaume I, 2005, pp. 101-126.