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¡Visca Catalunya!

Pablo Javier Coronel

En el día de hoy, las ciudades catalanas despertaron con la premisa de desarrollar a toda costa un Referéndum que defina por SI o por NO sobre su independencia del Reino de España y la conformación de una Republica soberana. La negativa del gobierno central, por considerar inconstitucional el proceso democrático, hace vivir momentos de máxima tensión y violencia a toda Catalunya. Tratemos de entender por qué una región tan importante para España exige su escisión definitiva.

Desde el punto de vista puramente nacionalista, Catalunya siempre se ha sentido una nación aparte. Desde las guerras medievales, la región había sido anexionada al reino de Aragón. Toda su cultura e idioma fue parte de un proceso de ataque destinado a generar una conciencia nacional diferente a la que tenían los catalanes.

Pero fue durante el siglo XIX cuando se empieza a articular un relato histórico de tipo romántico, tal como se estaba desarrollando en diferentes partes de Europa. La Renaixença es entonces un movimiento cultural en algunos territorios de habla catalana y valenciana que llega a su esplendor durante la segunda mitad del siglo XIX. Su nombre surgió de la voluntad de hacer renacer el catalán como lengua literaria y de cultura después de los siglos de diglosia respecto al castellano. Es paralelo a otros similares, como el Rexurdimento gallego. Los autores más importantes de este movimiento fueron Joan Maragall, Jacinto Verdaguer y Buenaventura Carlos Aribau y uno de los puntos clave de su difusión fueron los Jocs Florals. Se destaca en ellos el predominio de los sentimientos, la exaltación patriótica y los temas históricos. La lengua utilizada mezclaba cultismos y neologismos con palabras de la cultura popular.


En 1880 tiene lugar el Primer Congreso Catalanista en donde se reclama una escuela en lengua catalana para transmitir la cultura y la lengua. Esta demanda tiene una primera respuesta en 1882 con la creación del Centro Catalán, constituido por Valentí Almirall. En 1883 se reúnen en el Segundo Congreso Catalanista, dando paso al primer acto oficial en catalán: el Memorial de agravios. Se trata de un escrito pidiendo al rey, Alfonso XII, ciertos privilegios políticos. Los componentes del Centro Catalán querían conseguir el apoyo de la burguesía, pero eso fue inviable. La burguesía no hacía suyo el catalán medievalizante que hablaban e incluso surgió un movimiento llamado La Renaixença popular, burlándose de aquellos sectores más cultos.


Paralelamente al rebrote del catalanismo, en todo el Estado surge una nueva manera de entender el Estado Español: el federalismo. Francesc Pi i Margall, un catalán instalado en Madrid y uno de los presidentes de la Primera República Española fue el gran ideólogo del federalismo en España, que definía que sólo el pacto federal libremente establecido entre las diversas regiones españolas podía garantizar el respeto total a la realidad plural del Estado.


En Cataluña, por el contrario, el federalismo fue una de las caras que adoptó el catalanismo político. Una ideología populista e interclasista, que estaba estrechamente relacionada con los inicios del movimiento obrero. El federalismo catalán vivió una época gloriosa: el Sexenio Revolucionario. Durante este período se produjo una división entre federalistas, los moderados y los radicales. Ambos eran partidarios de la federación, pero los radicales exigían como paso previo a la igualdad la independencia, para poder decidir libremente la federación posterior. Los moderados preferían un federalismo impulsado desde el gobierno central. En 1873, a raíz de la proclamación de la Primera República Española, un grupo de federalistas intransigentes intentaron, desde la Diputación de Barcelona, proclamar el Estado Catalán.


En las décadas siguientes fue tomando cuerpo el catalanismo político, como culminación de un proceso de afirmación de la conciencia nacional catalana, las primeras formulaciones del cual fueron debidas al político republicano Valentí Almirall. En 1901 se formó la Liga Regionalista de Enric Prat de la Riba y Francesc Cambó, que impulsó la Solidaridad Catalana. En cuanto al movimiento obrero, el final del siglo XIX se caracteriza en Cataluña por tres tendencias: el sindicalismo, el socialismo y el anarquismo, a los cuales se suma, a inicios del siglo XX, el lerrouxismo. Ello conduce a que en las primeras décadas del siglo XX se distingan dos grandes líneas de fuerza, el catalanismo y el obrerismo.


El 14 de abril de 1931, el mismo día en que se proclamaba la República en Madrid, Francesc Macià proclamaba desde el balcón de la antigua Generalidad de Cataluña la República Catalana dentro de una federación de pueblos ibéricos. El hecho motivó preocupación fuera de los círculos nacionalistas, siendo solucionado con la restauración de la Generalidad de Cataluña. La posterior aprobación de la Constitución republicana que, tras enconados debates reconoció la posibilidad de autonomía regional, permitió la aprobación del Estatuto de Autonomía de Cataluña de 1932. Los diputados catalanes elaboraron un Estatuto aprobado en referéndum el 2 de agosto de 1931 y modificado y aprobado en las Cortes Españolas el 12 de septiembre de 1932. Con el estatuto aprobado, el 20 de noviembre de 1932 se hicieron las únicas elecciones al Parlamento de Cataluña del periodo republicano para constituir las instituciones y pasar de un gobierno provisional a un gobierno estatutario con Francesc Macià ratificado como Presidente y Lluís Companys como Presidente del Parlamento.

La historia que viene luego es bien conocida por todos. El 6 de octubre Companys proclamó "el Estado Catalán de la República Federal española". Carente del apoyo del movimiento obrero y contando con las únicas fuerzas de los Mozos de Escuadra y milicianos de su propio partido, el levantamiento fue sofocado por el Capitán General Domingo Batet. El gobierno español suspendió las instituciones autónomas catalanas, nombrando un ejecutivo provisional con participación de la Liga Catalana y los radicales. La autonomía fue restablecida tras las elecciones parlamentarias de 1936, que llevaron al poder a los partidos de izquierda agrupados en el Frente Popular, y que supusieron la amnistía para los participantes en la tentativa revolucionaria y la vuelta de Companys al gobierno catalán.


Durante la Guerra Civil, la coalición de izquierda mantuvo la Republica de España hasta los últimos días donde Catalunya y Barcelona en particular resistieron a los embates del movimiento franquista. Con la victoria final de Franco, la represión sobre la identidad catalana fue constante hasta los Pactos de la Moncloa donde se acordó la incorporación de Catalunya al Reino de España con el reconocimiento de su idioma y su cultura.

La crisis de 2008 en España ha abierto un proceso de autonomías ciudadanas en toda España. La crisis económica y social, donde miles de personas son forzadas a quedar en la calle trajo como consecuencia el replanteo de todos los acuerdos previos. La independencia catalana se apoya en la confianza de un pueblo muy capaz de poder sobrellevar por su cuenta la degradación económica, social y hasta moral que sufre España bajo el gobierno del Partido Popular con Rajoy a la cabeza.


Pablo Javier Coronel

 
 
 
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