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COP27: ¿Cambio Climático o Crisis Socio-Ambiental?

Este domingo 6 de noviembre se da inicio a la Conferencia de las Partes en su XXVII edición (COP27) en Egipto. Después de la última edición pos-pandemia, las líneas trazadas para frenar la crisis socio-ambiental se han mantenido igual o han retrocedido ante las nuevas situaciones que se han presentado como la guerra en Ucrania. En este artículo nos planteamos un análisis sobre las condiciones en las que llegamos a este encuentro y ciertas definiciones que son necesarias para poder pensar en el mal llamado “cambio climático”.



¿Qué es la COP?

Empecemos por el principio. La COP es una reunión anual en la cual se busca actualizar y evaluar los avances y retrocesos en torno a los objetivos propuestos por la Convención en el Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático nacida en Río de Janeiro en 1992. Desde 1994 se fueron realizando reuniones de las partes intervinientes, llegándose a la número 27 este domingo.


En 2015, la COP logró firmar un acuerdo en la ciudad de Paris con el objetivo principal de la reducción de la temperatura global. Para ello, se ha propuesto la reducción de emisiones de carbono comenzando por las grandes potencias industriales. El objetivo es lograr un clima neutro para mediados de siglo, es decir, para el año 2050. Según la propia web de la UNFCCC,


La aplicación del Acuerdo de París requiere una transformación económica y social, basada en la mejor ciencia disponible. El Acuerdo de París funciona en un ciclo de cinco años de medidas climáticas cada vez más ambiciosas llevadas a cabo por los países. En 2020, los países presentaron sus planes de acción climática conocidos como contribuciones determinadas a nivel nacional (NDC).


Esta COP27 tiene diferentes objetivos y entre ellos tenemos la “transición justa” y se insiste en la “mitigación” urgente y audaz para cumplir con la reducción de 2º a 1.5º de temperatura global. La propia organización parece reconocer que no se han logrado los acuerdos alcanzados en Glasgow e insiste en su cumplimiento.


Justamente en la COP26 sucedida en Escocia el año pasado, se ha firmado un pacto que obliga a redoblar la financiación para la transición energética de los países menos desarrollados. Y es que la financiación es uno de los compromisos fundamentales de la UNFCCC.


¿Cambio climático o crisis socio-ambiental?

Debemos poder caracterizar correctamente el momento que vivimos para poder tomar las decisiones correctas si consideramos que la reducción de gases de efecto invernaderos es indispensable para el año 2050. Si pensamos que estamos frente a un cambio climático, simplemente estamos corriendo la acción humana del desastre ecológico que se está llevando adelante. Pero si tomamos la caracterización de crisis socio-ambiental podemos acercarnos más a una solución a los problemas.


El medio ambiente está siendo perjudicado por la acción del hombre. Es el modo de producción de alimentos y mercancías el que está depredando el planeta. No son solo las fábricas que lanzan humos y componentes químicos nocivos, sino que también la extensión de la frontera agrícola (mediante la tala de árboles o quema de pastizales) en los últimos años ha ido socavando la capacidad natural de reducción de temperatura y reconversión de carbono en oxígeno. Un sistema basado en la ganancia y no en el interés socio-ambiental es nocivo en esta lucha.



Ciertos líderes mundiales y militantes climáticos se han expresado en los últimos años de forma contundente. Quizás quien más fuerte ha hablado fue Greta Thunberg. Sus discursos pueden escucharse libremente en YouTube y son muy interesantes para empezar a pensar. En los últimos años ha ido afinando el lápiz sobre quiénes son los verdaderos responsables. Porque por más esfuerzos que se haga desde la modificación de las conductas individuales y la educación ambiental, el gran capital sigue ejerciendo una influencia mucho mayor y más nociva. Plantarles cara a los líderes mundiales bancados por la burguesía de cada país fue su paso más osado.


Como reflexión final desde las ciencias sociales, modernizar las caracterizaciones nos permite identificar a los responsables y actuar. La COP nos puede ayudar a mantener latente la preocupación, ayudar a ejecutar acciones para la transición energética y tratar de llegar a los objetivos de 2050. Sin embargo, una acción ambiental sin una articulación política es inútil. Lograr lugares de poder nos puede acercar a cumplir esos objetivos. Por otro lado, pretender detener el calentamiento global sin atacar la verdadera raíz del problema sería en vano. La burguesía nos puede arrastrar al desastre ecológico, no por una cuestión moral sino por una lógica de acción como clase. Perseguir la “ganancia” nos puede generar la pérdida más grande como humanidad.


Pablo Javier Coronel


Fuentes:


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