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Venezuela en su laberinto

Explicar la complejidad de la situación venezolana haciendo caso a un solo factor es imposible, sobre todo con la mezcla de componentes que alteran la coyuntura actual. Sin embargo, el origen de muchos de los problemas que hoy en día alteran el panorama político encuentra su raíz en la propia dinámica económica que creó el chavismo. En el siguiente artículo se intentará, de la forma más sencilla posible, dar cuenta de las contradicciones en que se asienta la frágil actualidad de Venezuela.

Desde la definición del lugar que ocuparía Venezuela en el mercado mundial como exportador de materias primas, el petróleo fue su fuerte y lo que le brindaría su especificidad. Sobre la renta de la tierra petrolera se sentaría la mayor fuente de divisas.

Desde el ascenso del chavismo se conformaría una estructura dual en donde un sector se ocuparía de la exportación del petróleo y, por otro lado, un sector dedicado al mercado interno con escasa competitividad y con una alta dependencia de los subsidios e incentivos derivados de la renta petrolera por el Estado. En este sentido, el precio de las comodities en el mercado internacional seria un fuerte condicionamiento al desarrollo del sector mercado internista.


A partir de esta estructura económica predeterminada, el chavismo necesito introducir ciertas regulaciones de tipo monetaria que mantuvieran el sistema en estabilidad para evitar la sangría que producirían las fluctuaciones corrientes del mercado internacional. Durante los años gloriosos de chavismo, con la renta petrolera en niveles históricos se llevaron adelante medidas sociales y programas de tipo redistributivo que se montaron sobre las ganancias extraordinarias del sector petrolífero. Para ello el chavismo se empecinó en mantener un bolívar sobrevaluado para mantener el margen de ganancia de los sectores importadores que deberían mantener la incipiente industrialización ajustando con inflación las irregularidades que tal sistema implica.


Los problemas surgen cuando el sector petrolero empieza a perder sus márgenes de productividad por la merma en la reinversión en el sector y el sostenimiento del pesado sistema industrial ineficiente en la generación de recursos que compensen los recursos derivados a su órbita. En este sentido, en la apropiación de la renta por sectores ineficientes que suponen la diversificación de la economía termina por hacer perder la especificidad en el mercado mundial que poseía Venezuela por la baja de productividad. Es entonces cuando la sobrevaluación del bolívar termina haciendo que se fuguen millones de dólares en donde los capitales extranjeros asentados en el país (que se benefician de la renta petrolera) terminan siendo los más beneficiados.

La solución de Nicolás Maduro ante la caída de la renta petrolera por la baja de productividad ya mencionada, pero también por la caída de los precios internacionales por el autoabastecimiento logrado por Estados Unidos (principal comprador del crudo venezolano) fuerzan al gobierno a tomar decisiones de ajuste estructural de la economía. Es en este punto en que la revolución bolivariana que se presenta al mundo como un país del “socialismo del siglo XXI” encuentra sus límites y contradicciones.


Permanecer dentro de los márgenes del capitalismo con una retórica antiimperialista encuentra sus flaquezas cuando para mantener el sistema se endeuda a PDVSA (y por carácter transitorio al Estado Venezolano) para mantener el bolívar sobrevaluado para mantener en pie un proceso de industrialización precaria y que a su vez es aprovechada por capitales extranjeros produce una doble fuga: por medio del endeudamiento externo y por la remisión de ganancias a las casas matrices de las multinacionales asentadas en suelo venezolano.

La solución encontrada a estos problemas no pudo ser peor: la devaluación del bolívar. Esta medida termina por afectar los ingresos de los más necesitados y el desabastecimiento que conlleva el aumento en los precios de los insumos para las industrias locales compradas en el exterior.


Las ofertas políticas para la clase obrera venezolana que se presentaron a partir de la crisis desatada desde 2014 solo pueden seguir profundizando la crisis. Por un lado, la derecha que propone el fin de las medidas sociales y la reducción del gasto público que sustenta todo el sistema y, por el otro, un gobierno que radicaliza su discurso pero que no puede revertir el proceso iniciado por ellos mismos. A esto se suma una situación de tensión social que puede ser calificado como de guerra civil en donde se gastan energías en la disputa político-militar en lugar de abocarse a la producción.


Ante este panorama, todo está por suceder y las horas que vive Venezuela son críticas para el desenvolvimiento de los hechos. Tanto unos como otros deben poder encontrar la manera en que, una vez solucionado el conflicto político, se sienten las bases de una nueva estructura económica que tenga a la clase obrera y sus necesidades sociales como centro desembarazándose de la ineficiente burguesía nacional y de los capitales extranjeros que solo succionan la renta petrolera. A su vez, debería esta nueva estructura económica poder lograr una diversificación que no haga mermar la productividad de la única empresa rentable del país con la incorporación progresiva de otras ramas “no petroleras” de suficiente peso que compense las divisas absorbidas del sector petrolífero, e incluso, las supere.

Pablo Javier Coronel


Bibliografía Utilizada:

  • KORNBLINHTT, Juan. Reproducción y crisis del capitalismo en Venezuela durante el chavismo.

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