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Pablo Javier Coronel

#MariáteguiDeMiércoles: Siete Ensayos de Interpretación de la Realidad Peruana


En Noviembre de 1928 se publica en Lima Siete Ensayos de Interpretación de la Realidad Peruana bajo la rúbrica de José Carlos Mariátegui. El autor parece frustrado por el silencio de la prensa peruana sobre su trabajo y luego siente el rigor del repudio de quienes supone sus compañeros del marxismo latinoamericano. Sin embargo, la visión renovadora sobre la realidad del Perú que ofrece el libro es uno de esos vientos de aire fresco que ofrece el Pacifico helado de la corriente de Humboldt y que baña las costas del Callao. Es sin dudas una novedad para la época, una rara ávis en el zoológico marxista. Un tono de rojo fuerte en aquella escala de grises en que se había transformado la III Internacional a partir de su postura de Clase contra Clase para el asalto a los cielos.


A continuación se rescatará lo más importante de cada uno de sus ensayos para poder verificar esta particularidad y encontrar lo más profundo del pensamiento mariateguiano.



1. Esquema de la Evolución Económica

El análisis de Mariátegui parte de una descripción económica del Perú. Pone un punto de inicio, un parte-aguas fundamental que es la Conquista española. A partir de allí es que el autor identifica los nervios estructurales que conectan el pasado con el presente del país. Los conquistadores habían roto el andamiaje de una economía ideal (e idealizada) para Mariátegui. Una vez quebrada esa unidad económica que era el Estado Incaico por el robo y hurto primigenio, se tendieron los fundamentos de la economía minera y agrícola.


Uno de los primeros pecados originales del Perú es para el intelectual que “no envió España al Perú, como el resto no envió tampoco a otras posesiones, una densa masa colonizadora (…) En las colonias españolas no desembarcaron como en las costas de Nueva Inglaterra grandes bandadas de pioneer”[1]. Esta carencia en la composición social se ve reflejada en la caracterización despótica que puede generar una colonización militar y eclesiástica. En este sentido, la figura del colonizado originario de América fue siempre motivo de persecución y exterminio. Esta carencia de mano de obra para las nuevas haciendas y gamonales creados, se intentó solucionar con población africana esclavizada.


El régimen económico en la República, según Mariátegui, no cambió las bases fundamentales de la colonia. Los grandes hacendados y gamonales pasaron a ser propiedad ahora de pretendidos terratenientes burgueses que mantuvieron en lo concreto las relaciones serviles-esclavistas del régimen anterior, matizando desde lo jurídico la condición de su mano de obra como trabajadores rurales. Se crearon nuevas actividades ligadas al comercio con los grandes imperios capitalistas alrededor del guano y el salitre (principalmente Gran Bretaña).


Progresivamente la costa se fue escindiendo de la sierra. La afluencia de capitales, principalmente británicos, fue generando las condiciones para una costa rica y una sierra pobre. Mucha población llegó a las ciudades litorales del sur y por supuesto todo el frente marítimo que llega hasta la ciudad de Lima, lugar centralísimo desde donde los operadores financieros, el poder político y comercial ejercen su influencia al resto del país (aun hoy a 90 años). Grandes porciones de pobladores chinos (coolies) se sumaron para suplir la carencia de mano de obra que los antiguos esclavos negros no podían colmar. El hombre originario, siempre distante y desconfiado se mantuvo en su gran mayoría en la sierra otorgando unos pocos exponentes de su civilización.


Lo que fue a cambiar las estructuras de la nueva economía naciente fue la guerra con Chile por el guano. La derrota militar y la pérdida de territorios dejaron al país en una situación de parálisis que hizo sucumbir todo el sistema. La reconfiguración se encontró en el antiguo refugio colonial: el sector agrícola. La conducción del país fue asumida por los líderes militares provenientes de esa capa de terratenientes que había sobrevivido al colapso del guano y emprendieron un plan de rescate de la burguesía que dejaba afuera, naturalmente, a las grandes masas campesinas y obreras. La readecuación de la moneda y el contrato Grace fueron el salvavidas para la economía peruana. La entrega del ferrocarril a los banqueros brindo las condiciones para la restauración del crédito y la llegada de nuevos capitales británicos.


Mariátegui identifica las nuevas bases de una economía más solida aunque con menos retribuciones que las del salitre y el guano: 1- La aparición de la industria moderna; 2-La función del capital financiero; 3-El acortamiento de las distancias y el aumento del tráfico entre el Perú, EEUU y Europa; 4- la gradual superación del poder británico por el poder norteamericano; 5- El desenvolvimiento de una clase capitalista dentro de la cual cesa de prevalecer la antigua aristocracia; 6- La ilusión del caucho; 7- Las sobreutilidades del periodo europeo; 8- La política de los empréstitos.[2]


En este sentido apunta Mariátegui que la sierra será el lugar de reclusión de la aristocracia colonial, mientras que la costa será acaparada por una burguesía de nuevo tipo, más moderna y adaptada al nuevo sistema capitalista mundial.[3]


Es interesante observar en este punto como en el Perú se ha encargado a las aristocracias feudales la tarea de llevar adelante el desarrollo capitalista necesario para la expansión económica de la República. Un sentimiento que no nace del espíritu gamonal sino que es impuesto por las necesidades de la contingencia internacional de la economía. En este sentido, el retraso de las tareas de una burguesía moderna es en parte culpa de una aristocracia de antiguo tipo que se ve forzada a realizar los cambios necesarios pero a su propio ritmo y de forma incompleta. Entre toda esta maraña de intereses, el originario ha quedado reducido a la mera posición de mercancía subordinada para el trabajo de la tierra o el empleo en la precaria industria de la costa, olvidándose por completo su problemática central: el acceso a la tierra para abastecerse de sus necesidades básicas.


Pablo Javier Coronel



Bibliografía y citas

[1] Mariátegui; Siete Ensayos, Pág. 26


[2] Véase Mariátegui p.38-39


[3] Véase ídem p. 40


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