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De cómo nació nuestra Buenos Aires

Un día, un navegante genovés llegó a América pensando que se trataba de “las Indias”, ese lugar extraordinario de dónde provenían todas las maravillosas especias que tanto furor causaban en la Europa post-medieval. Los viajes hacia Oriente se realizaban desde hacía tiempo, primero por tierra yendo hacia el Este, y luego, circunnavegando África. Estos eran sin dudas viajes largos, costosos y sobretodo muy peligrosos. Pero un día, este buen italiano, Cristobal Colón, se encontró con nuestro hermoso continente americano que tiempo después se supo, nada tenía que ver con las Indias y gracias a un navegante florentino, Américo Vespucio, se lo llamó América. Desde ese momento, las expediciones fueron llegando una tras otra desde España.


Como estos viajes eran muy costosos, riesgosos y no tenían el éxito garantizado, la corona española tomó una figura legal que se venía utilizando desde la Reconquista (cuando se reconquistó el territorio español del yugo musulmán), el Adelantado. Este era en general un noble que se hacía cargo de los costos de una expedición y a cambio recibía el derecho a gobernar, legislar y explotar las tierras que descubriera, entregando un porcentaje a la corona.


Sigamos entonces con nuestra historia. Una vez hallado el continente americano, tiempo después, se avistó el Océano Pacífico desde la costa oeste ante lo cual, ni lento ni perezoso, el rey Fernando de Aragón (Fernando el Católico) capituló (es decir que nombró) Adelantado a Juan Díaz de Solísy le ordenó que “fuera con tres navíos … sin tocar en tierra de Portugal (es decir Brasil) y hacer el viaje en secreto como que no es mandato real…” La orden era encontrar un pasaje hacia el Pacífico para llegar a las Islas Molucas, conocidas como las “islas de Especiería”.


La expedición primero llegó a la actual Punta del Este donde se fundó el Puerto de Nuestra Señora de la Candelaria (probablemente en la actual Maldonado), siguió bajando y se adentró en el Río de la Plata que confundió con el mar y lo llamó “mar dulce”. Hizo escala en la Isla Martín García que lleva su nombre porque allí tuvieron que enterrar a uno de sus compatriotas que había fallecido a bordo. Esa fue la primera vez que un europeo pisaba tierra argentina.


Luego, Solís decidió desembarcar con otros tripulantes y allí les fueron al encuentro unos aborígenes que los atacaron, asesinaron y descuartizaron ante la mirada azorada de los que habían quedado a bordo, y no contentos con eso los asaron y devoraron. Sólo el grumete, Francisco del Puerto, que era un niño, sobrevivió a la masacre. El canibalismo concebía comer a los soldados enemigos pero no a mujeres y niños, tal vez por eso se salvó. Sin embargo sus connacionales no lo ayudaron y aterrorizados emprendieron el regreso a España. Francisco del Puerto vivió con los indios, identificados como una rama de los guaraníes, los Chandules, hasta que fue rescatado por la expedición de Sebastián Gaboto que se adentró por el Río Paraná diez años después. Allí se convirtió en un muy útil intérprete pero tiempo después participó de un ataque sorpresivo de los indios a los españoles y luego se le pierde el rastro. Se piensa que nunca más volvió a España sino que por el contrario se integró a un asentamiento aborigen.


En 1516 la expedición de Solís pisaba nuevamente suelo español sin haber logrado un asentamiento pero habiendo descubierto el Río de la Plata, que se conoció desde ese entonces como el Río de Solís.


Mientras tanto Portugal continuaba su ocupación de Brasil y la corona española, temiendo que los portugueses pudieran o intentaran seguir hacia el sur e invadir territorio español, pensó en una nueva expedición de descubrimiento, exploración y asentamiento. Se agregaba a esto las historias que llegaron con Sebastián Caboto de laSierra del plata y el Rey Blanco, que se suponía que eran tierras ubicadas al norte, subiendo por el río Paraná, paradisíacas y sobretodo llenas de riquezas. Por esto,Pedro de Mendoza fue nombrado Adelantado por el rey y emperador Carlos V. El texto de nombramiento decía cosas como estas: “Nos ofrecéis de ir a conquistar y poblar las tierras y provincias que hay en el Río de Solís, que llaman de la Plata, donde estuvo Sebastián Caboto.” Y sigue “os doy licencia y facultad para que por nos, y en nuestro nombre y de la corona real de Castilla, podáis entrar en el dicho río de Solís, … y conquistar y poblar las tierras y provincias que hubiese en las dichas tierras.”


Con estas órdenes zarpó Pedro de Mendoza hacia los mares del sur. Llegó al Río de la Plata en enero de 1536 y en febrero (el 2 o el 3) construyó un puerto protegido por dos fuertes al que llamó Santa María del Buen Ayre (patrona de los navegantes). Una vez asentados descubrieron en las cercanías un asentamiento de querandíes o indios pampas con quienes tuvieron en un principio una relación cordial de mutua ayuda.


Sin embargo, con el tiempo empezaron los problemas. La empalizada había sido construida en un lugar bajo, casi pantanoso, propenso a las inundaciones y con plagas de mosquitos que contagiaban enfermedades entre la población. Sumado a esto, las relaciones con los querandíes se fueron deteriorando hasta que estos empezaron a atacar a los grupos de colonos que salían en búsqueda de comida. Mendoza intentó un ataque al asentamiento indio pero fueron derrotados y se perdió así una gran parte de las tropas. Los querandíes atacaron cada vez con más saña y dentro de la empalizada se empezó a sentir el hambre. Según el cronista Ruy Díaz de Guzmán todo servía “de alimento: sapos, culebras, carroña y la misma carne humana. Dos personas escondidas recortan jirones de carne de un colgado a quien ejecutaron por robar un caballo y se los comen” (No dejen de leer el cuento El Hambre del libro Misteriosa Buenos Aires de Manuel Mujica Lainez, es imperdible). A finales de 1536 los querandíes lograron entrar en el fuerte y lo incendiaron provocando casi su total destrucción. Quienes pudieron escapar, entre ellos Pedro de Mendoza, se refugiaron en el fuerte Sacti Spiriti, a 50 Km de Rosario, fundado por Caboto. Poco tiempo después, desesperanzado y enfermo, Mendoza se embarcó hacia España pero encontró la muerte el 22 de abril de 1537 en altamar, probablemente afectado por la sífilis. De la primera Buenos Aires no había quedado nada.


El Río de la Plata era duro de roer, la corona tendría que esperar casi 50 años para la llegada de un nuevo adelantado, Juan de Garay, que levantó un nuevo asentamiento al que nombró Ciudad de La Santísima Trinidad y Puerto de Santa María del Buen Ayre, repartiendo el terreno entre él y los 63 colonos que lo acompañaban. Esto fue el 11 de junio de 1580.

La corona española tenía finalmente lo que años antes un oidor de la Audiencia de Charcas había reclamado como necesario: abrir una “puerta a la tierra”, una salida segura al Atlántico de toda la zona española por debajo de Potosí (en Perú).


Buenos Aires, nuestra capital nació como un fuerte pobre, alejado de todos los centros económicos y productivos de los territorios españoles en América. No era más que un asentamiento muy precario, de hecho el más pobre de las Indias, que vivía a duras penas de lo que traían los llamados barcos de registro una vez al año desde España. Tendría que pasar mucho tiempo para que la realidad de esta ciudad cambiara por completo.

Diana Fubini


Bibliografía Utilizada


-Luna, Félix, Breve historia de los argentinos, Buenos Aires, Editorial Planeta, 1997

-Mujica Lainez, Manuel, Misteriosa Buenos Aires, Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 1995

-Floria, Carlos Alberto y César García Belsunce, Historia de los Argentinos

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